viernes, 5 de enero de 2024

Brevísimo Diccionario Marín de la Docena (O) Originalmente publicado el jueves 13 de Noviembre de 2014

 Brevísimo Diccionario Marín de la Docena

 Por Héctor Marín Segura

O

Obama. Barack Obama, expresidente de Estados Unidos de América, es el símbolo de que el cambio ha llegado a la política de esa nación, ya que se trata del primer afroamericano en llegar a tan alto cargo. Por siglos, los negros habían sido relegados a las tareas más humillantes y eran considerados casi como no-personas. Obama, un hombre que ha ido labrando su camino con base en el esfuerzo y una pequeña dosis de estrategia por parte del Partido Demócrata, ha venido a mostrar al mundo que el ideal de Martin Luther King y de Malcolm X se ha cristalizado con el fin de llevar a la nación hacia un camino diferente. Es cierto, Obama es sólo un hombre, pero no olvidemos que es el Presidente de uno de los países más poderosos del mundo, que dispone de un ejército bien entrenado y con un arsenal nuclear altamente destructivo. En Obama recae precisamente la responsabilidad de emplear estos elementos con sumo cuidado en pro de la paz, pese a que a estas alturas ya algunas de las esperanzas que se tenían depositadas en él cuando era candidato presidencial se han venido abajo. El color de piel de Obama trae el recuerdo de los oprimidos que quieren hacer algo y ser alguien en Estados Unidos. Evoca también a miles o quizá millones de personas que fueron traídas a fuerza del continente africano para servir como fuerza de trabajo y que con el paso del tiempo fueron formando parte de eso que se conoce como melting pot, donde cada individuo hace su aportación para formar la nación que conocemos como Estados Unidos de América. Obama, curiosamente es también el precursor para que quizá, en un futuro no muy lejano, podamos hablar de un Presidente de origen hispano o latino en esa nación. El tiempo lo dirá.

ocio. Decía una canción de El Tri: "Qué bonito es no hacer nada, y después de no hacer nada, descansar". En resumidas cuentas, tal podría ser el deseo, si no el ideal de más de uno que se siente agobiado por el ajetreo diario y la insatisfacción que genera trabajar duramente para apenas obtener lo indispensable. El ocio es bueno para la salud mental en el sentido de que podemos distraernos de la rutina y dar vuelo a la creatividad o también, merecidamente, dedicarnos simplemente a descansar y dejar que pasen las horas sin estar preocupándonos por las cosas. Dicen también por ahí que "la ociosidad es la madre de todos los vicios", lo cual es un llamado para evitar exacerbar o llevar más allá del límite nuestros ratos de ocio. La vida debe llegar a un justo equilibrio entre trabajo y ocio, de manera que podamos compensar nuestras ocupaciones con descanso. La modernidad, la problemática social y las malas decisiones políticas han traído al escenario a un nuevo conjunto de personas jóvenes que ni estudian ni trabajan ni hacen nada por mejorar en lo personal y mucho menos en lo colectivo, son los famosos ninis, ejemplo de un ocio desenfrenado al que la vida los ha arrastrado sin que ellos pongan la menor oposición. ¿Qué le espera a una nación generadora de ninis?, pocas cosas buenas. Vivamos el descanso en el momento de descanso y el trabajo cuando haya que ejecutarlo, por nuestro bien y por el de los nuestros.

ocurrencia. El pensamiento humano y la imaginación son casi inagotables y muchas veces, cosas que no parecieran poder ser realizables, tienen su origen en una ocurrencia o en un "chispazo" que llegó de pronto a nuestra mente y que después se convierte en una idea llevada a la realidad. Esa ha sido la premisa para varios descubrimientos científicos y tecnológicos con la suerte de haber sido fruto de una casualidad o una ocurrencia a la que se le dio forma. No todas las ocurrencias están enmarcadas dentro del ámbito científico experimental, muchas ocurrencias han servido para cosas tan simples como sacar el corcho de una botella, planchar una camisa o jugar un videojuego. Hay que sacar partido de las ocurrencias que tengamos.

ofensa. La naturaleza humana es a veces tan incierta, que a veces ofendemos sin darnos cuenta o nos sentimos ofendidos sin un motivo aparente. A veces pareciera que tenemos que tratar a las demás personas "con pinzas" para no herir sus sentimientos. Pero hay ocasiones en que la ofensa, el acto ofensivo es evidente: cuando no respondemos a un saludo; cuando hacemos mención de un tema molesto para alguno de nuestros interlocutores a sabiendas de que esto le incomodara, en fin... hay todo un abanico respecto al tema de la ofensa. Tampoco se trata entonces de ser "políticamente correctos" en todos nuestros actos, como dicen, hay que llamar a las cosas por su nombre, "al pan, pan y al vino, vino", pero hay maneras de hacerlo sin recurrir a la ofensa. Un dicharajo señala que "la verdad no peca, pero incomoda", y es que cuando tengamos que decirle algo a alguien, hay que emplear argumentos válidos, concisos, comprobables, que demuestren que no estamos ofendiendo ni calumniando, sino haciendo uso de la verdad para hacer un reclamo o señalamiento ante una actitud que queremos criticar. Cuando lo hagamos, hay que procurar no airarnos sino simplemente hacer nuestras observaciones y ya será tarea de nuestro interlocutor si se siente ofendido o si hace o no caso de lo que le decimos. Hablando se entiende la gente.

olor. "Tu aroma es mi recuerdo", decía el eslogan de una marca de perfumes. Hay olores agradables y otros definitivamente deleznables que, por supuesto, quisiéramos olvidar. ¿Quién acaso no ha sufrido la presencia de un olor desagradable en un camión de pasajeros? Unos se quedan viendo a otros como tratando de encontrar al culpable, ante un anónimo pedo que torna la travesía en un martirio. ¿Y qué tal cuando del pasamanos va aferrado un sujeto cuyas axilas son prueba fiel de una falta total de aseo? Y qué decir del interlocutor con aliento alcohólico del día anterior, que se acerca a nosotros para confiarnos algo en secreto, en voz bajita despidiendo de su boca los resabios de la resaca. Las calles y las cosas, los animales y las personas tienen sus muy especiales olores, si no, que el dueño de una mascota diga qué tal huele su perro después de bañarlo. Pero los olores agradables también forman parte de la vida, por ejemplo, ¿qué tal la cocina de la abuela cuando hacia su deliciosa sopa de pasta? O la sensación de agrado al disfrutar la fragancia utilizada por la novia (o la esposa) cuando nos acercamos para darle un beso. El olor también nos hace percibir el peligro, como cuando hay una fuga de gas y percibimos su olor tan característico. Vivimos en un mundo de sensaciones olfativas que van de lo sutil a lo ofensivo, y aquí cabe retomar la pregunta que se han hecho varias personas relacionadas con la literatura: ¿se puede describir por escrito un olor?

olvido. La sensación de olvido deja un golpe brutal en quien lo comete. El haber dejado las llaves adentro del auto, olvidar el dinero en casa a la hora de tener que pagar un servicio tras haber permanecido formado en una fila durante horas, en fin... La frustración y el desaliento se hacen presentes y es que hay de olvidos a olvidos. No es lo mismo haber olvidado poner las servilletas en la mesa, que olvidar el cumpleaños de un familiar querido. Para la desmemoria, se han creado varios auxiliares, con el fin de mitigar o eliminar sus efectos. Está el del clásico hilo en un dedo, aunque algunos olvidan por qué se lo pusieron. Otros recurren a las agendas o bitácoras, aunque a la hora de utilizarlas no las encuentran, pues olvidaron dónde las pusieron. A todo esto, ¿de qué estábamos hablando?

opinión. Ante el aumento de las redes sociales y el constante bombardeo de los medios de condicionamiento de masas en la vida diaria con mensajes de toda índole, ha surgido una nueva clase: la de los opinadores. Los opinadores se erigen como los nuevos dueños de la verdad cuya opinión se convierte en juicio y en decreto. No hay nada más que hacer cuando Óscar Mario Beteta dice que Andrés Manuel López Obrador es un necio, un farsante y un loco, no hay ya nada que decir cuando los locutores de deportes ensalzan y se maravillan con las proezas realizadas por el Chicharito Hernández en la cancha aunque de antemano sabíamos que en el Mundial haría poco menos que nada. Estamos hasta la coronilla de las opiniones de los opinadores que quieren revelarnos los secretos del mundo, las maravillas de la vida o la imperiosa necesidad de poseer gadgets y demás elementos cuando sabemos que nuestros pueblos latinoamericanos siguen padeciendo rezagos que vienen de épocas ancestrales anteriores al desarrollo de la Internet, pues muchos de ellos piensan que el mundo comenzó a existir hace 20 ó 30 años. Pero opinadores así de "profundos" proliferan también en las escuelas y los centros de trabajo. Regularmente no razonan, no esgrimen argumentos propios, sino son solamente amplificadores de la opinión de los opinadores profesionales, valga la redundancia. Sus conceptos van apoyados con sentencias como "Bultmann dijo", "López Dóriga dijo", "Loret dijo", "Joserra dijo", y así por el estilo según sea el tema, pero rara vez externan juicios propios pues piensan que al citar a un "gurú" o a un santón surgido del panteón de la televicracia o del mundillo académico, sus declaraciones serán irrebatibles y por lo tanto, tomados como dogmas de fe. Como individuos inmersos en sociedades cada vez más complejas, vale la pena conocer la opinión de los demás y nutrirnos a través del diálogo, no tratando de imponer nuestras ideas y exigiendo al mismo tiempo respeto para nuestros puntos de vista. Antes que tomar como válida una opinión, valoremos el contexto de lo que se está tratando, analicemos quién lo dice, para tratar de encontrar la intencionalidad de la opinión, para ello es necesario poner atención para dar por sentado o desechar un argumento que se nos presenta, hay que darnos cuenta que podemos pensar por nosotros mismos.

oportunismo. El oportunismo es la costumbre que tienen determinados individuos de sacar raja, cuando la ocasión da cabida. Los oportunistas hacen uso de su capacidad para escurrirse como serpientes en momentos en que los inteliqentes optan por la cautela. Al lograr su objetivo, el oportunista se convierte en una persona "audaz". El oportunista puede ser el cuate que "desinteresadamente" trata de hacerse amigo de la chica que se acaba de pelear con su novio para siempre y busca bajo todos los medios "que ella se sienta bien", para así ganar una posición en el corazón de la susodicha. El oportunista es el que ante el yerro de un compañero, busca la manera de quedarse con su lugar "no por perjudicarlo" -dirá- sino "por ayudar a mejorar la empresa". Regularmente los oportunistas se ven desbancados por otros oportunistas.

oración. A diferencia del rezo, la oración es una forma de expresar verbalmente a Dios lo que hay en el interior de nuestro ser. La oración puede ser para dar las gracias, para pedir un favor o también una forma de meditar sobre los designios divinos que escapan regularmente a la mente humana. La oración no debe convertirse en un ritual de formas sino en una acción de fondo. Muchas personas dan por sentado que para orar es necesario poner cara de "yo no fui", cerrar los ojos e inclinar la cabeza porque así debe ser. Pues no. Ese es un error, ya que la Biblia, en ningún momento dice que hay posturas determinadas o un lenguaje corporal específico para entrar en comunión con Dios. Se puede orar acostado, boca abajo, sentado, mirando hacia el cielo, viendo hacia abajo, con los ojos cerrados o abiertos, en fin... La postura no importa, a final de cuentas Dios conoce perfectamente el interior de los corazones humanos por lo que lo de menos es hincarse o ponerse de cabeza. Por lo anterior, lo que se debe, es estar dispuesto y recogido ante el Creador; es nuestro corazón el que debe estar bien abierto para entablar contacto con el Eterno. No es necesario emplear palabras grandilocuentes cuando se ora en voz alta y/o en público; no son necesarios los discursos de trasfondo teológico ni las lágrimas, los gemidos o los gritos. Claro, si estas últimas manifestaciones se dan por parte de alguien que, motivado por la humildad y la honestidad lo hace y no por ganar notoriedad, no habrá nada que decir. La oración no debe ser una tarea mecánica que se hace al levantarse, al comer, al viajar o al irse a la cama sino debe partir de la consciencia del individuo que cree en la divinidad y quiere enlazarse con ella. Lo más importante de la oración es que no se trata de un mero ejercicio en el que el creyente le expone problemas, agradecimientos y peticiones al Señor, sino que, como ocurre en el proceso comunicativo, el Padre celestial responde -a su tiempo y conforme a su voluntad-, por lo que hay que aprender también a aceptar las decisiones de quien todo lo puede. En tiempos como los que vivimos, nada mal nos caería practicar la oración. Por cierto, y no menos importante, quienes nos decimos cristianos, es decir, creyentes y seguidores de Jesucristo, oramos a Dios por medio de Jesús, o en el nombre de Jesús, es decir, según las Sagradas Escrituras, no hay otro mediador entre Dios y los hombres sino sólo Jesucristo, lo que quiere decir que emplear a otro u otros interlocutores, no tendría caso.

ordenar. No se tú, pero cuando veo las cosas que tengo desordenadas, me da miedo porque desconozco cuándo voy a terminar de dejar por fin mis cosas en orden. ¿Por qué somos desordenados y tenemos muchas veces las cosas regadas acá y acullá? ¿Has pensado alguna vez si te propusieras tirar a la basura las cosas que te estorban o que no necesitas, la bola de chunches que comenzarían a salir por todos lados y las bolsas que necesitarías para deshacerte de todo eso? Aunque sea poco a poco hay que irlo haciendo, hay que hacer del orden una costumbre y un estilo de vida.

orgullo. Podemos sentir orgullo cuando hacemos algo bien y se nos reconoce o cuando alguien a quien queremos consigue lograr una meta. El orgullo mal entendido se da cuando nos envanecemos por haber recibido un premio, un ascenso o una distinción y de pronto menospreciamos a los demás como si fueran una basura en el camino. Cuando nos subamos a un ladrillo, hay que tratar de mantener el equilibrio y no marearnos con la altura.

OVNI. Quizás en los años 40 ó 50 del siglo pasado, los temas de ciencia ficción referentes a seres interplanetarios eran poco comunes y, por lo tanto, la palabra OVNI no tenía mayor significado. Posteriormente, y en especial debido a la cinematografía, quienes vivimos después de la segunda mitad del siglo pasado, podemos considerarnos personas relacionadas con los viajes interplanetarios, batallas estelares, universos paralelos, invasiones extraterrestres y demás, por lo que la palabra OVNI es de uso común y de inmediato pensamos en platos voladores o complejas naves que vuelan a velocidades inimaginables. Estrictamente un OVNI es un Objeto Volador No Identificado, o sea que puede tratarse de un avión no captado por un radar; una basura cósmica como la que cayó hace tiempo en los estados de Hidalgo y Puebla, en México; pero no necesariamente tiene que tratarse de un ingenio volador tripulado por criaturas extrañas dispuestas a apoderarse del planeta Tierra, para lo cual deben exterminar a la especie humana. Si me preguntaran si he visto OVNIS, contestaría que sí, que he visto luces fuera de lo común en el cielo ejecutando movimientos complejos sin que haya podido determinar de qué fenómeno se trataba, por lo cual al no poder identificar qué tipo de objeto volador estaba viendo, entra entonces a la categoría OVNI, pero no porque haya visto humanoides o cosa parecida. Por cierto, recomiendo ver la serie de los años 80 Invasión Extraterrestre y también la película El Día que Paralizaron la Tierra o Día de la Independencia, para los amantes del tema. Finalmente, comparto algo que me extrañó en el programa de radio Tiempo Fuera, que se transmitía por Estadio W, el nuevo experto en temas de extraterrestres y sus derivados, Jaime Maussán, dijo no ser ufólogo. Lo de nuevo no es porque Maussán me parezca un jovencito, sino porque durante años en México, Pedro Ferriz Santacruz fue el primero en difundir estos temas en televisión. Muchos lo tildaron de loco.