lunes, 5 de noviembre de 2012

2001: Odisea del espacio




El 6 de Abril 1968, el director de cine Stanley Kubrick presentó la película 2001: Odisea del Espacio y con ello conmocionaría y revolucionaría el cine de ciencia-ficción, sobre todo en temas relacionados a la vida en el espacio exterior, que repercutirían aun en nuestros días hasta llegar a la creación de filmes como La Guerra de las Galaxias (Star Wars) y todas sus secuelas.
Pero, la película de Kubrick, pionera en el género, muestra no sólo los hábitos y costumbres de los habitantes de las estaciones espaciales como imaginaban en los años 60 tanto el afamado director de cine, como Arthur C. Clark, de cuya novela se desprendiera esta epopeya fílmica, sino que el mensaje visual permite ver paisajes de una plasticidad primorosa como aquellos en los que se aprecian innumerables estrellas que dan la idea de la infinitud del poder de Dios.
Génesis 1:16, habla de la creación de las dos grandes lumbreras (sol y luna) y las estrellas.
En nuestros días hay quienes dicen buscar su destino en mensajes de las estrellas o “de los astros”, desobedeciendo así a nuestro Padre, cuando dice en Deuteronomio 4:19 lo siguiente: “No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos”.
No busquemos en las estrellas u otros cuerpos celestes la respuesta a nuestras inquietudes, sino aferrémonos a Dios, pensemos en el cielo como la esperanza que tenemos de reunirnos con nuestro Dios gracias a la sangre derramada por nuestro salvador Jesucristo, y pensemos que si el cielo es tan bello con todos sus luceros y estrellas percibidos a simple vista, cuanto más bello debe ser seguramente habitar en él con nuestro Padre Dios.

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