Es difícil vivir en Latinoamérica sin haber visto por lo menos una vez en la vida un partido de futbol, el deporte más popular de la zona.
Recuerdo mucho a un excelente portero que ahora es entrenador de un equipo, llamado Antón “Toni” Harald Schumacher. Su complexión física era lo más similar a un refrigerador: una enorme estatura y una fortaleza física que realmente impresionaba a los rivales.
Schumacher, quien por cierto nada tiene que ver con el piloto de Ferrari de Fórmula Uno, empezó su carrera por los años 80. Tras un accidente sufrido por el guardameta titular del once germano, Sepp Maier, Schumacher tomó la estafeta y lo hizo bien en términos generales, aunque realizar los logros de Maier habría sido una verdadera proeza.
“Toni” hizo gala muchas veces de su rudeza en el campo de juego y muchos recordamos la forma en que materialmente “atropelló” al francés Battiston en plena semifinal en el Mundial de España, en el 82.
Años después “Toni” se veía precisado a salir del futbol alemán tras haber hecho serias declaraciones sobre la Bundesliga (la liga alemana) y el Deutsche Mannschaft (la Selección Nacional Alemana) acerca del dopaje, en el que involucraba a muchas personas, todo esto en un libro titulado “Anpfiff”, o “Tarjeta Roja”, como fue su título en español, donde la siguiente cita llamó mi atención:
“También es muy importante intimidar al delantero contrario. Cuidado, deben pensar, ahora me acerco a la puerta, y ahí de guardia no hay una sombra, sino un portero contundente, un dragón delante de su cueva; un hábil y ágil diablo. Esta zona de 16 metros es el terreno soberano, toda esta zona es la portería misma. Tengo que proteger este templo. El delantero contrario tiene que darse cuenta de ello”.
Me llaman mucho la atención algunos de los términos empleados por Harald Schumacher, ya que nos son muy comunes a los que profesamos la fe cristiana.
Se entiende que lo que el rubio ex portero quería decir es que cuando alguien entraba en su área, él estaría ahí para responder de inmediato ante cualquier intento por meter el balón entre los tres palos (la portería).
Schumacher usa la figura de un dragón o de un diablo que estará listo para atajar el balón en el momento exacto para evitar el gol en contra.
Obviamente que los cristianos en nada queremos parecer dragones, ni mucho menos diablos, pero es preciso mantenernos siempre vigilantes y al tanto de que cualquier ataque a nuestra fe sea socavado de inmediato. Debemos leer y estudiar las Escrituras y estar listos para que, cuando alguien requiera de nosotros alguna explicación o testimonio de nuestra fe, no nos encuentre “mal parados”.
En el caso de un portero de futbol se requiere constante entrenamiento físico para mantener unos buenos reflejos y tener valentía de enfrentar al rival que se acerque al área.
Los cristianos debemos también “entrenarnos” a través de la convivencia con otros hermanos en la fe, asistiendo a nuestras iglesias y congregaciones, estudiando la Palabra de Dios y pidiendo la guía del Espíritu Santo.
1ª de Pedro 3:15 dice así:
“Sino santificad al Señor Dios en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.
Esto es que el cristiano no lleva una vida contemplativa ni de relajación. El cristiano debe llevar una disciplina espiritual en la que la oración y el estudio sean siempre parte de ese vivir que nos ayudará a responder ante cualquier cuestionamiento que pudiera hacerse acerca de nuestras creencias.
Entrenémonos pues, para la defensa de nuestra fe.
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