miércoles, 21 de noviembre de 2012

Corrupción (Publicado originalmente el Viernes 7 de Junio del 2002)


Ya a nadie extraña que los índices de corrupción en los diferentes países del orbe vayan en aumento.
Resulta curioso para algunos, el que la mayoría de la gente ligada a las esferas de poder en los gobiernos, son gente bien pagada que no tiene necesidad de delinquir y utilizar sus puestos para enriquecerse. La realidad, sin embargo, parece reflejar que quien tiene poder, necesita más poder; y quien tiene dinero, necesita más dinero.
El resultado de la combinación de estos factores degenera en la corrupción en diferentes aspectos.
De acuerdo con un reporte de 1999 del Indice de Percepción de la Corrupción emitido por la organización Transparencia Internacional (TI), el país menos corrupto era Dinamarca, seguido por Finlandia y Nueva Zelanda. Estados Unidos ocupaba la nada honrosa calificación de 7.5, mientras que por parte de Latinoamérica, el país donde más corrupción hay, es ni más ni menos que Paraguay, que ostenta un 2.0 de calificación. México obtuvo una calificación de 3.4; y Argentina un 3.0.
TI señala que la deshonestidad no sólo radica en el mal gobierno de los países en desarrollo, sino en las grandes empresas de Estados industrializados y emergentes, que pagan usualmente sobornos para empujar sus intereses en el exterior.
Deuteronomio 16:18-20 dice:
18. Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio.
19. No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos.
20. La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da.
Contrastando este pasaje con lo que ocurre en la actualidad en el mundo notamos cuán lejos de estos preceptos bíblicos se encuentran nuestros gobernantes.
Pero, ¿y nosotros qué hacemos?
Alguien acuñó la frase: los pueblos tienen los gobiernos que merecen. Quizás esta frase suena fuera de lugar y hasta injusta, pero analicemos qué tan buenos ciudadanos somos.
- ¿Pagamos nuestros impuestos a tiempo?
- ¿Respetamos las reglas fundamentales de convivencia con nuestros vecinos o en la calle?
Si bien la corrupción es un círculo vicioso cabría preguntarnos dónde comienza a dibujarse ese círculo, ¿a partir de las autoridades, o a partir de los ciudadanos?
Nos espantan los escándalos de corrupción que se dan en diferentes latitudes, y sin embargo cuántas veces podemos afirmar que hemos actuado dentro del marco de la legalidad.
El carácter del cristiano debe estar enfocado a actuar bajo el estricto marco de respeto a las normas gubernamentales, lo que implica no dar pie a acciones deshonestas, sin dejar de reconocer a las autoridades.
1 Pedro 2:13-17 dice:
13. Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior,
14. ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.
15. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos;
16. como libres, pero no como los que tiene la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.
17. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.
En tus oraciones, acuérdate de tus gobernantes y pídele a Dios que les dé sabiduría para actuar con justicia, respeta a las autoridades y haz tu parte como cristiano, obedeciendo las leyes de tu ciudad y de tu patria.
Dios te bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario