Por Héctor Marín
Queridos hermanos y lectores en general de la columna Espejo:
No sé cómo empezar esta colaboración, la primera de este año 2003, así que por lo pronto, reciban ese fuerte abrazo que les debía desde hace algunos meses y, como dicen muchos de mis queridos amigos cubanos, "vamos pa’ lante".
En esta ocasión quiero compartir un breve testimonio de lo que ha sido mi silencio desde hace algunos meses que he dejado este espacio con tantas páginas en blanco y cómo es que hasta hoy me encuentro nuevamente frente al teclado de mi computadora dirigiéndome a ustedes.
Me considero un hombre muy favorecido por el Señor, pues por mucho, no ha dejado de protegerme y cuidarme a pesar de mis muchos errores y desatinos.
RECAPITULANDO
Hasta pasada la mitad del año pasado, mi vida y con ella, mis actividades más comunes, se habían venido desarrollando bajo un ritmo constante, a veces con algunas variables, pero en general, sin interrupciones.
Un buen día, como llegué a comentarlo públicamente en los foros de esta querida web, de pronto fui avisado de mi despido de la empresa para la que trabajaba, lo que además supuso un breve problema legal con la empresa en cuanto a la cantidad de mi indemnización, la cual me fue favorable al final.
Cabe decir que nunca había pasado por algo parecido, y el vivir esta experiencia fue en principio desgastante y muy desmoralizante. En parte, y quiero hacer el comentario, sin profundizar mucho en ello, por lo que me hago responsable de mis palabras, creo que esta situación de desempleo que viví conjuntamente con más de 30 compañeros de oficina, se debe a una pésima administración gubernamental tocante al sector laboral. Día a día, miles de mexicanos en condiciones extremas se ven obligados a abandonar incluso el país para cruzar la frontera exponiéndose a los abusos de la "border patrol" (esto en el mejor de los casos), la muerte en el desierto o el llegar a otro país a trabajar en condiciones humillantes.
Gracias a Dios que no fue ese mi caso y jamás me vi en necesidad de llegar a semejante extremo. Reitero, no quiero abundar en el tema, pues "Espejo" no es una tribuna política, pero es necesario que, como cristianos adquiramos esa percepción de las realidades socioeconómicas que nos afectan para poder comprender los fenómenos que se dan en nuestros diferentes entornos.
Por un tiempo, también, y para colmo, estuve sin teléfono (producto del desajuste económico que viví) y posteriormente, cuando recuperé el servicio, contraté el servicio de Internet más deficiente que he conocido desde que navego en la web (1997, más o menos).
En medio de lo que puedo llamar "uno de mis momentos más amargos", nunca dejaré de reconocer la valiosa ayuda que me brindó mi esposa con su apoyo hacia mí ante esa situación, portándose como esa 'ayuda idónea' que el Señor sabía que requeríamos los varones.
Sin entrar en muchos detalles, intenté lograr uno de mis más caros y anhelados objetivos: trabajar para un ministerio cristiano.
La situación laboral sería muy diferente de la de mi empleo anterior, sobre todo tomando en cuenta que mi salario no llegaría ni a la mitad de las percepciones que obtenía anteriormente, pero estaba dispuesto a dejar de lado el beneficio material por el de poder trabajar con y para otros hermanos en la fe en la distribución de material cristiano.
NO TODO ES MIEL SOBRE HOJUELAS
Así, entré a laborar a la empresa, cuyo nombre omitiré y pronto me di cuenta de que trabajar en un lugar así no era precisamente caminar sobre algodones y que no todo sería miel sobre hojuelas, sino que había que pisar el terreno con mucho cuidado.
Quiero advertir que no con esto quiero causar alguna polémica o controversia aun entre hermanos, pero es necesario ser críticos ante lo que vemos que estamos haciendo mal.
Pues bien, el camino ha sido difícil, lleno de una serie de anécdotas que van desde el sufrir en carne propia los estragos de la delincuencia y la inseguridad que avanzan a pasos agigantados en una ciudad como la de México, hasta otras de índole laboral, algunas graciosas y otras muy decepcionantes, pero que, a final de cuentas, me han dejado muchas enseñanzas, entre ellas, que hay que luchar fuertemente contra nuestro egoísmo y amar a nuestro prójimo.
RECONOCIMIENTO
No quiero dejar pasar la oportunidad de continuar colaborando en Ekklesiaviva, sin antes agradecer su apoyo a nuestra querida Auri Romero y a la no menos queridísima Piba Misteriosa, Claudia. Ambas, al igual que muchos otros como Fernando, Marcial, mi linda amiga cubana Elisa y los que se me escapen de momento, por sus palabras de aliento. A todos y a ti, querido lector, gracias. "Espejo" sigue adelante y con la misma y firme intención de servirte.
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