miércoles, 27 de febrero de 2013

Felicidades a Todos los Niños en su día (Publicado originalmente el Lunes 3 de Mayo del 2004).


Felicidades a Todos los Niños en su día
Por Héctor Marín Segura
Para Ana, por quien
tengo el privilegio
y la responsabilidad
de ser padre.
Dios te bendiga, hija.
A pesar de que me considero una persona joven, me he dado cuenta en los últimos años que el paso del tiempo no perdona nada.
Recuerdo más o menos vagamente los tiempos en que me fascinaba pedirles a mis papás que me llevaran a comer hamburguesas en la ahora extinta Burger Boy, y las tardes fabulosas en que solía ver a Ultramán luchar contra monstruos interplanetarios que querían asolar la Tierra.
El tiempo ha pasado demasiado rápido y veo muy a lo lejos aquellos tiempos en que me preparaba para imitar a Topo Gigio y las tardes citadinas jugando al futbol (a qué otra cosa se puede jugar siendo mexicano sin posibilidades de ir a un deportivo) en el parque de San Miguel.
Al escribir estas líneas me reencuentro con la historia de mi propia niñez y veo el futuro de mi patria representado en las pequeñas manos y las infantiles voces de miles de pequeños cuya tarea y misión es prepararse para llevar las riendas de nuestra cada vez más complicada convivencia humana.
Y no sólo eso, a su cargo estará el preservar nuestros recursos y nuestro medio ambiente, el cual tanto hemos dañado nosotros los adultos.
Las tareas que tienen estos pequeños no son pocas ni sencillas. En su momento requerirán talento, aptitud y el compromiso ineludible de velar por el buen destino de las generaciones futuras.
Pero dejarles todo el paquete así como así no es justo, no es ético y no es moral.
Quienes somos padres, o quienes tienen a su resguardo la educación de cada uno de esos pequeñines deben servir no sólo como vehículos en la formación de los niños, sino deben ser sus guías inseparables en todo momento, asumiendo especialmente los padres, que un hijo lo es para siempre, las 24 horas del día y no sólo en sus edades más tiernas, sino para el resto de sus vidas.
Me alegra mucho ver a los niños jugando despreocupadamente sin pensar lo que deparará el mañana. No porque sea algún tipo de irresponsabilidad añorada, sino porque veo el reflejo de la ingenuidad y de la casi única convicción y meta de los infantes de todos los tiempos: jugar, ser felices y divertirse. Echarse en las alas de la imaginación y soñar con lo desconocido, convertirse de pronto en exploradores espaciales, princesas de cuentos de hadas o hasta en gladiadores de las modernas arenas de lucha libre.
En México tuvo lugar el día de ayer el festejo del Día del Niño. La niñez mexicana es actualmente la población más numerosa de nuestra sociedad. A su manera, muchos niños viven una infancia normal, pero es también una realidad el maltrato y la miseria en que muchos otros sufren y se ven privados de lo más elemental como puede ser el alimento y la educación. Esta es una realidad que no debemos olvidar los que bien que mal, tuvimos una infancia si carencias. Y subrayo el "bien que mal", porque lamentablemente no todo mundo puede presumir el haber tenido una infancia dichosa, si embargo, el aliciente que nos queda es que pudimos salir adelante en una sociedad que discrimina cada vez más al pobre, al que no tuvo la oportunidad de asistir a una escuela de paga ya sea porque no hubo los medios o no se buscó siquiera darle esa alternativa.
Sabemos que hay carencias, que hay necesidades económicas impostergables que a veces nos alejan de nuestros seres queridos orillándonos a verlos apenas unas cuantas horas al día tan sólo para ganar lo necesario para vivir modestamente. Esto, sin embargo, no nos debe alejar de los pequeños a nuestro alrededor, aquellos a quienes estimamos más por ser cercanos a nosotros. Si no podemos quizá darles a nuestros hijos los mejores juguetes y los más deliciosos dulces, puede que eso no importe tanto como el aprovechar darles un abrazo, decirles que los queremos y hacerles sentir nuestro apoyo y nuestro amor.
Debemos ganar y conservar su confianza para que ellos, que no son nada tontos, perciban que lo que pretendemos demostrar es genuino. Si usted es un padre reacio a las expresiones amorosas o no sabe cómo hacerlo, aproveche aunque sea la oportunidad que le brinda el día de hoy (aunque no sea el Día del Niño) para decirle a su hijo un "te quiero" que sea creíble. Hágalo, por favor, no sabe cómo necesitan los niños sentir el cariño de sus padres y el apoyo en determinados momentos de su crecimiento.
Para todos los pequeños, un abrazo y una felicitación muy afectuosa desde este lugar del ciberespacio.
Que Dios los bendiga a todos.

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