Libertad de Expresión
Por Héctor Marín Segura
Por Héctor Marín Segura
Actualmente, en diversas partes del mundo, y con el desarrollo de nuevas tecnologías, tenemos acceso cada vez mayor a la información. En este mismo instante podemos con un solo clickde nuestra computadora, enterarnos de los hechos más recientes en remotas partes del mundo como China o Australia.
Tal escalada de información, ha llevado a muchos a pensar que vivimos en una época de gran libertad de expresión. ¿Pero qué es la famosa libertad de expresión?
UNA APROXIMACION
Ernesto Villanueva, especialista en Derecho Público, en su libro "El Sistema Jurídico de los Medios de Comunicación en México" comenta que: "La libertad de expresión ha sido uno de los derechos fundamentales del hombre porque es la prolongación de la garantía individual de pensar, ejercicio sin el cual no es posible aventurar la posibilidad del desarrollo del hombre en sociedad". Es decir, no se queda en la simple libertad de pensar de acuerdo a nuestra propia conciencia, sino externar ese pensamiento y hacerlo público.
Sobre esto, la comunidad cristiana en México se ha congratulado de la "apertura" de los medios de condicionamiento de masas (mcm) para la predicación del evangelio.
Es cierto. A diferencia de hace unos 30 años, el clima de apertura hacia otras formas de pensar distintas de las oficiales o tradicionales, se ha venido acrecentando. Son varias las estaciones de radio y algunas de televisión, que han dado oportunidad a grupos evangélicos de difundir el mensaje de Jesucristo.
Lo anterior parece un verdadero logro, pero es apenas el comienzo para que se dé una auténtica apertura informativa que favorezca la postura de las minorías, en este caso, la de la Iglesia evangélica.
EL PANORAMA ACTUAL
Nunca como ahora los mcm han jugado un papel tan relevante como hoy en día. Aquí es donde quiero señalar algunos aspectos en los que a nivel global, podemos darnos cuenta que lo que llamamos libertad de expresión, no es sino la ilusión de algo que puede llegar a ser real si la sociedad en su conjunto hace el esfuerzo para hacer suyos dichos medios para transformarlos en auténticos medios de comunicación.
Se ha dicho aquí y lo repetimos. La calidad en contenidos en los medios electrónicos es verdaderamente muy pobre. Se nos retaca de chismes, programas de concursos inútiles y todo tipo de vulgaridades que engañan al espectador incauto.
Cuando en un programa de televisión o radio, el conductor utiliza una palabra altisonante y no es censurada, hay gente que llega a pensar que eso es una bondad de la libertad de expresión y se remiten a lo que decíamos anteriormente: "hace 30 años esto no lo hubieran permitido".
Es cierto, la censura no deja de molestarnos, de hacernos sentir coartados en nuestra libertad de expresión, pero, ¿hasta dónde podemos hacer uso de esa libertad sin llevarla al libertinaje?
Fundamentalmente hasta donde queramos, siempre y cuando no se ataque la vida privada, a la moral, y al orden público. Siempre que no se difame ni se calumnie o se cause un daño moral, la libertad estará presente sin convertirse en libertinaje.
Como vemos, muy poco de esto se cumple en la actualidad, ya que los puntos que acabamos de enumerar se violan constantemente emisión tras emisión sin que aparentemente nadie haga nada, pero, querido lector... ¿no será quizá que las instancias correspondientes no hacen nada por así convenir a sus intereses?
No me gusta jugar al James Bond ni soy un fanático de las teorías conspiratorias, pero cabría preguntar en un momento si alguien puede resultar beneficiado con esta serie de mensajes groseros, burdos y grotescos que día con día vemos en cine, radio, televisión y prensa. ¿Es que alguien podría sacar algún provecho de llenar de tanta miseria audiovisual a poblaciones enteras que viven –como diría el maestro Jorge Saldaña- nembutalizadas bajo el influjo de la televisión? Y qué decir de la publicidad, que genera mensajes con connotaciones de tipo sexual hasta para vender un clip.
Si tomamos en cuenta el terminajo que quizá algunos no logran entender y que parece chocante, pero cuya descripción puede resultar incluso horripilante, caeremos en la cuenta de que los mcm a final de cuentas, y según la jurisprudencia de la mayoría de los países de América Latina, son concesiones de los gobiernos a particulares para explotar señales; en el caso de los medios impresos, éstos deben contar con certificado de licitud de título y contenido, para poder quedar dentro de la ley en cuanto a sus funciones.
Las operaciones, emisiones y cualquier actividad que realice un mcm, queda entonces, por así decirlo, "vigilada" por las instancias gubernamentales que dan legalidad a su operación.
Sabemos que América Latina desde hace más de 30 o 40 años, vive bajo una serie de convulsiones políticas y económicas que generan un estancamiento y un estado de degradación social cada vez mayor. La insatisfacción popular va en aumento conforme decae el poder adquisitivo y los empleos desaparecen.
¿Qué medida no represiva puede ser empleada por los gobiernos de esos países para controlar a las grandes masas cuyas expectativas de un mejor nivel de vida disminuyen día con día ante una realidad económica desmoralizante?
PANEM ET CIRCENSES
"Ya hace mucho tiempo, desde que no vendemos los sufragios a nadie, que este pueblo dejó los cuidados. El que en otro tiempo daba al imperio, las varas, las legiones, todo, ahora contiene sus pretensiones y sólo pide ansiosamente dos cosas: pan y juegos de circo". La famosa frase del poeta Décimo Junio Juvenal en su Sátira X, es más que elocuente y actual. Los pueblos oprimidos ya no buscan la salida a su miseria a través de la lucha armada o la tan sonada revolución que tanto ensalzaron los grupos socialistas.
El pueblo pide diversión y distractores que lo ayuden a olvidar su vacío moral, intelectual y espiritual y sumergirse en submundos de fantasía que le permitan ignorar al menos de momento su tristeza, su soledad, su amargura y la realidad de una vida de esfuerzos mal recompensados, posiciones no alcanzadas, reclamos y deseos reprimidos que se quedan en su interior como un lastre que sólo espera proyectarse en el estallido en carcajadas al ver un programa de comicidad vulgar y procaz; o la telenovela en que se entretejen tramas de adulterio, engaños y malos ejemplos; incluso en un partido de futbol que da pie y justifica el consumo de alcohol aun dentro del propio hogar hasta llegar al aturdimiento y a la imbecilidad.
Perdón si parezco demasiado crudo al expresarme de esta forma, pero es tiempo de reconocer que lo que otras personas llaman ingenuamente medios de comunicación masiva, no son sino en lo general vehículos ideologizantes que presentan realidades parciales de lo que ocurre realmente en nuestro mundo con la firme intención de mantener el control sobre masas cada vez más dóciles y fáciles de dominar.
Mi discurso puede parecer de una izquierda a ultranza o como ya lo mencioné, sacado de una fantasía desbordada de tipo orwelliano.
Antes de no darte la razón en ninguno de los dos aspectos, quiero mostrarte, querido lector, las palabras del hombre más influyente de la televisión mexicana en las últimas tres décadas. Al terminar de leer sus palabras, tú dirás si estoy en un error o si cuanto he escrito tiene visos de verdad.
HABLA EL "TIGRE AZCARRAGA"
Dueño del emporio televisivo más grande de Latinoamérica, Televisa, Emilio Azcárraga Milmo comentó allá por 1993 lo siguiente con respecto a los contenidos de los programas producidos por su empresa: "estamos en el negocio del entretenimiento y de la información, y podemos educar, pero fundamentalmente entretener... México es una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida... para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil..."
Hay dos formas en las que se puede leer la afirmación anterior del señor Azcárraga. La primera sería superficial haciendo hincapié en su desprecio por las masas sin educación y empobrecidas.
La otra lectura es el reconocimiento de la enajenación de individuos valiéndose de medios masivos para inyectarles diversión y abstraerlos de la realidad en que viven: manipulación pura.
Aquí, no sólo se puede decir que la libertad de expresión está lejana, sino que es una verdadera falacia en un régimen que permite este tipo de lavado de cerebro hacia una población cada vez más depauperada en lo económico y en lo intelectual. Los contenidos televisivos, especialmente, son cada vez más nefastos, más pueriles y al mismo tiempo elementales en su vulgaridad. Tales programas no sólo no educan, sino merman el estado espiritual del televidente, agrandando cada vez más su miseria moral y de valores.
La familia, las creencias, el amor a la patria, se van disolviendo poco a poco dando lugar a la conformación de identidades llenas de morbo sexual, sentimientos antipatrióticos y una moral cada vez más relajada.
Pero el caso mexicano es uno de tantos, cabe tan sólo citar otro ejemplo de los medios como distractores. En la Argentina de mediados de los años 70, tras la llegada de la dictadura militar, se decide la realización del Mundial de Futbol de 1978.
Argentina en aquel entonces contaba con una débil infraestructura televisiva que llegaba al grado de seguir transmitiendo en blanco y negro. El Gobierno del general Videla supuso que había que divertir al pueblo argentino insatisfecho y sometido, para al mismo tiempo mostrar una cara diferente del país sudamericano ante el mundo.
Se creó una cadena para poder transmitir el Mundial a todo el orbe, haciendo gala de que el color había llegado a la televisión argentina (¡vaya orgullo!). La dictadura olvidó algo: el pueblo carecía de televisores a color, los cuales tuvo que importar de países vecinos. Pese a que la ciudadanía conocía la problemática económica y social de la nación, pues la vivía en carne propia, se dejó seducir por el encanto futbolero y la histeria colectiva se hizo mayor cuando el equipo local quedó campeón del torneo. Videla no podía ocultar su beneplácito. El pan y circo habían resultado un éxito, ante lo cual expresó: "Hemos logrado la restauración moral del país. Hemos organizado un Campeonato Mundial de Futbol".
Podríamos seguir hablando de más casos como el de Cuba, el país donde más represión a periodistas existe, y no sólo a periodistas, sino a la población en general; o el de la manipulación informativa que se lleva a cabo impunemente desde la Casa Blanca engañando al pueblo norteamericano acerca de armas de destrucción masiva inexistentes, pero esto sería reiterativo. Los medios en la actualidad están al servicio de quienes están en el poder, y quien está en el poder quiere que se difunda su verdad, no la verdad. Si no, ahí está la nota en esta misma edición de nuestra revista, en la que Rupert Murdoch, dueno del canal televisivo FOX, no duda en externar su preferencia por la política de Bus, esperando seguramente obtener algún beneficio en caso de que el presidente norteamericano se reelija.
LIBERTAD Y PUBLICIDAD
Otro aspecto en que la libertad de expresión se ve coartada, es el publicitario. La publicidad es sin lugar a dudas el principal sostén de la mayoría de los medios hoy en día. Sin embargo, el hecho de tener anunciantes, implica también establecer compromisos que muchas veces son ineludibles y que al mismo a tiempo pueden poner en tela de juicio el prestigio del propio medio.
Tener un patrocinador es sinónimo de intereses creados a través de los cuales el ejercicio periodístico se ve coartado en géneros básicos como la crítica, la cual, dicho sea de paso, es prácticamente inexistente en las publicaciones cristianas.
Con esto, no creo estar diciendo mentira alguna o argumentar sin bases sólidas, es cosa de abrir una revista o periódico cristiano para encontrar multitud de anuncios publicitarios y aunados a ellos, una serie de comentarios en los que prácticamente todos los productos traen "gran bendición", como acostumbra decirse en el argot evangélico. Esto no es sino una forma de "quedar bien" con los anunciantes y afianzar productos muchas veces francamente mediocres en cuanto a calidad, especialmente en lo que a música se refiere.
Tampoco digo que se deba "despedazar" indiscriminadamente a todo aquel que presenta una propuesta musical, literaria o cinematográfica, pero si nos decimos hijos de Dios, tenemos la obligación de buscar la calidad y aceptar la crítica en forma objetiva. La crítica no necesariamente destruye, sino que puede edificar. En las páginas de "Espejo", desde su creación, hemos ofrecido contacto directo con lo que aquí se escribe. Nuestro correo electrónico siempre ha estado a disposición de todo aquel que quiera hacer críticas, comentarios y sugerencias, precisamente con el fin de saber si nuestro trabajo agrada, edifica, informa y convence, que son algunos de nuestros objetivos, o si hemos estado haciendo algo mal.
Reconocemos que ha habido artículos que han causado polémica entre los lectores, como aquel en el que hablamos de "El Señor de los Anillos" (Espejo, 23 de Febrero de 2004), por el cual recibimos varias críticas, así como también un buen número de felicitaciones.
El contacto con los lectores nos ha hecho saber hacia dónde quieren que vayan nuestros mensajes, y creemos estar cumpliendo nuestro cometido, pero esto no es debido al propio esfuerzo nada más o a cualquier otro mérito que pudiéramos mencionar, sino a la visión que Dios nos ha dado de emplear nuestras aptitudes en una obra para la difusión de Su Palabra.
Por eso recalco, nuestro compromiso no es con anunciantes, escritores o bandas de música sino con el pueblo de Dios en general, por su derecho a la información y a un punto de vista diferente que proponga una alternativa ante lo que es común en otras publicaciones.
Así pues, uno de los peligros que trae aceptar anunciantes, es que muchas veces la necesidad de obtener ingresos para mantener un medio, lleva a algunos a cometer el error de aceptar como clientes a falsos ministros que lucran con la Palabra de Dios. Un caso se acaba de dar recientemente en una publicación mensual de tiraje corto que se distribuye en México D.F., en el que el editor ofrecía una disculpa por no haberse asegurado de la calidad moral de uno de sus anunciantes. De haberse tratado de un medio secular, esto podría tener una disculpa. Revistas, periódicos y estaciones de televisión hacen notar en múltiples ocasiones que ellos se deslindan de la calidad en los productos que se anuncian, o sea, no se comprometen con su público y tampoco pierden patrocinadores.
Un medio cristiano no puede darse este lujo, si es que así se le pudiera llamar. Si se va a hacer publicidad, es necesario que el responsable esté seguro de la calidad moral de la empresa anunciante y al mismo tiempo de la calidad en el servicio que dicha empresa ofrece. Sé que es difícil rechazar la posibilidad de recibir un ingreso que ayude al sostenimiento de un medio, pero también sé que a diferencia de los medios seculares, quienes nos dedicamos al periodismo cristiano tenemos en nuestras manos la delicada tarea de llevar a los demás hacia el fortalecimiento de su fe o hacia el camino contrario, lo cual resultaría nefasto.
APROVECHEMOS LOS MEDIOS
El temor a la censura no es en vano. Aunque en México el presidente Fox ha externado que hay una mayor apertura al grado de haber hecho la desafortunada declaración de que en el país esta permitida hasta la calumnia (cosa en la que se equivoca, ya que las leyes la castigan) hay muchos ejemplos actuales tanto de manipulación mediática como de censura.
Tan sólo cabe señalar que es sintomático el que la mayoría de las estaciones radiales y televisivas tienen líneas telefónicas que comienzan con los números 5166, lo que da la idea de cierto control gubernamental sobre los medios, cuando se supone que los números telefónicos están zonificados. Hay que recordar que al inicio del presente sexenio hubo notorios cambios estructurales en estaciones de radio que no eran favorables para con Fox cuando fue candidato a la Presidencia de la República y múltiples conflictos se han dado en periódicos y revistas en lo que va del mandato actual. No se puede dejar de lado el conflicto entre las televisoras CNI y Televisión Azteca, ante el cual el Gobierno actual mostró su ineficacia.
Incluso, apenas la semana pasada la periodista del diario Milenio, Claudia Segura, fue víctima de una amenaza laboral muy sutil por parte de un empresario radiofónico al que "no le gustó" un artículo que según él lo afectaba sobremanera; estas son cosas que no se pueden permitir.
Del régimen pasado, aún recordamos la burla de que fuimos objeto los evangélicos mexicanos por parte de TV Azteca. Dicha compañía hizo creer que transmitiría un programa en el que por primera vez en la historia de la televisión mexicana un medio abría las puertas a un grupo con el mismo derecho de manifestarse como lo hace el grupo religioso mayoritario, sólo que con una propuesta diferente. TV Azteca cercenó el programa al editarlo y presentó al público un producto en el que la intención de difundir el plan de salvación quedó sepultada y tirada por los suelos.
El infantil argumento de la televisora fue que la censura obedecía a que la participación de varios artistas era demasiado "religiosa" y por eso se había editado el programa. Recientemente ha habido transmisiones con la participación de ministros cristianos, pero es necesario que esto no sea flor de un día y aprovechemos al máximo las oportunidades que tenemos de estar ante un micrófono, una computadora o una humilde máquina de escribir.
Es tiempo de considerar que hay que dejar de lado los mensajes chabacanos y estériles que presentan un evangelismo de cartón, o como leí por ahí, un evangelismo de Teletubbies. Hagamos nuestra labor con seriedad, con valor y honestidad, seamos parte del nacimiento de los medios que requieren nuestras naciones, medios que conduzcan a la libertad de ideas y sobre todo a la libertad espiritual, medios que den cuenta de quiénes somos los seguidores de Jesús.
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