Las mujeres muertas de Juárez: ¡Iglesia, despierta!
Por Héctor Marín Segura
Por Héctor Marín Segura
Conmoción, desconcierto, dolor e inseguridad, son apenas algunos de los sentimientos que vienen a la mente al escuchar sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua.
En esa localidad fronteriza, donde uno de los principales motores económicos es la industria maquiladora, se han venido dando desde 1993, una serie de crímenes en contra de mujeres que, en su mayoría, trabajaban como obreras en dicho ramo, con la certeza de salir de sus casas a trabajar, pero no de regresar con vida.
No es raro escuchar en las noticias de radio o televisión el hallazgo de cuerpos femeninos encontrados en baldíos o en pleno desierto, con huellas de tortura, violación y hasta mutilaciones.
Fue apenas en Agosto de 1995, que las autoridades tomaron cartas en el asunto. Para entonces sumaban 13 los cadáveres encontrados con huellas de violencia extrema y no había pistas que revelaran la identidad de los homicidas.
Posteriormente, salió a la luz pública el nombre del primero de varios detenidos hasta la fecha como posibles responsables de estos actos: el egipcio con nacionalidad norteamericana Abdel Latif Sharif. Sin embargo, los crímenes se seguían dando.
UNA AUTORIDAD EN LA MATERIA OPINA
Isabel Arvide, conocida por su labor incansable en la búsqueda y exposición de la verdad en los medios de comunicación, a pregunta expresa que le hice en una ponencia ofrecida en el Seminario Teológico Presbiteriano, señaló que: "esto tan espantoso puede suceder en Chihuahua, debido a la complicidad de las policías con los criminales". Añadió que entre las líneas de investigación está la de probables ritos satánicos e incluso de iniciación de narcotraficantes, y otra que proponen investigadores tanto en México como en el extranjero, que apunta hacia asesinatos cometidos por juniors, por el simple hecho de divertirse.
La autora de "Muerte en Juárez" y "La Guerra de los Espejos", y cuyos agudos reportajes e investigaciones le han valido incluso la privación de la libertad, agregó que respecto al caso, "la presión internacional es cada vez más fuerte y la sociedad se está sensibilizando más", de manera que se intensificará, seguramente, la investigación y señaló que una de las cosas por las que no ha habido una solución rápida es porque las víctimas son de condición social baja, lo que las hace más susceptibles de no ser tomadas en cuenta.
EL PAPEL DE LA MUJER EN LA SOCIEDAD
De acuerdo con la Biblia, la mujer es el complemento del hombre, su ayuda idónea (Gén. 2:18). La mujer tiene un lugar privilegiado al compartir junto con el hombre las funciones de mayordomía por sobre la creación de Dios, es decir, la mujer no es inferior al varón.
Lamentablemente, patrones sociales y antiguas costumbres culturales arraigadas en nuestra sociedad, alimentan la falsa idea de que la mujer es inferior, y por lo tanto es objeto de abusos y maltratos por parte del hombre. Estos abusos, por dar tan sólo una muestra, se manifiestan al estimarse que en México, cada nueve minutos una mujer es violada.
Existe también el concepto de la mujer como un objeto de consumo en nuestra sociedad. Basta con encender el televisor para ver anuncios publicitarios y programas tanto nacionales como extranjeros, en los que la mujer es convertida en un adorno, un objeto sin voluntad ni derechos.
Otro ejemplo lo podemos encontrar al leer los anuncios clasificados en varios diarios, donde para que una mujer pueda obtener un puesto, no sólo debe cubrir cierto perfil curricular sino tener atributos físicos en cuanto a su estatura, medidas, y hasta color de piel.
La mujer ha ido ganando presencia en el núcleo familiar como pilar económico y de autoridad. Esto, debido entre otras cosas, al aumento de las separaciones y divorcios, las cuales se dan principalmente por violencia contra la mujer y los hijos, casos de infidelidad por parte del varón e incluso la nula responsabilidad de éste en lo económico, provocando que la mujer tenga que ganarse el sustento del hogar fuera de casa, para poder solventar gastos elementales.
Hay otros casos, en los que las mujeres con determinada formación académica, buscan el trabajo fuera de casa como una forma de realizarse profesionalmente, pero no son mayoría.
ORIGENES Y REPERCUSIONES
La maldad es inherente al hombre desde la caída. Bíblicamente hablando, sabemos que la naturaleza humana se encuentra en condición de pecado, basta con leer el capítulo 3 de Génesis. En la especie humana, prevalecen condiciones que la condenan a quedar destituida de la gloria de Dios (Ro. 3:23) y sólo puede haber regeneración a través de Jesucristo.
La maldad se manifiesta a través de diferentes actos que el hombre no redimido por la sangre de Jesús puede cometer como el robo, el adulterio, la fornicación, la mentira y el asesinato, entre otros.
Los asesinatos en Ciudad Juárez tienen rasgos de maldad, brutalidad y salvajismo, que muestran el poco respeto y valor que se le da a otros seres humanos y particularmente a las mujeres. Hay que tomar en cuenta que algunas líneas de investigación apuntan hacia la filmación de películas snuff (cintas donde se muestran asesinatos reales), tráfico de órganos e incluso, asesinatos como una "forma de diversión".
Las repercusiones no son sólo el espanto que genera ver la crueldad que puede albergar un ser humano al quitarle la vida a otro, sino el daño causado a las víctimas, sus familias y la sociedad entera. Hablamos de mujeres con familia, amigos y conocidos que nunca volverán a verlas; hablamos de seres humanos con metas en la vida, anhelos y esperanzas que no podrán realizarse. Hablamos también de hijos que pierden a una madre; padres que viven con la angustia de buscar a sus hijas por las calles sin encontrar su paradero, y el pensamiento latente de que podrían encontrarlas muertas en algún lugar insospechado, sin recibir una respuesta al por qué se da esta situación, encontrándose siempre con el silencio ante una realidad tan cruenta como palpable.
Pensemos por un momento, qué haríamos en el caso de esta gente, si viviéramos algo similar. Pensemos si es natural permanecer callados como lo hemos estado hasta ahora.
Esto, necesariamente afecta a la sociedad, ya que se crea, por un lado, una atmósfera de inseguridad, de miedo, y al mismo tiempo de impotencia, ante la impunidad con que se han dado estos crímenes.
PARTICIPACION ACTIVA
Es cierto que las autoridades deben encontrar una solución a este problema, es una exigencia para que desaparezca el estado de terror y desolación en aquella región del país.
Se han sugerido diversas propuestas por parte de personajes como el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CND), José Luis Soberanes, y la esposa del presidente Fox, Marta Sahagún, quien incluso ha exigido el esclarecimiento de los asesinatos y el castigo de los culpables.
¿Y nosotros los cristianos? ¿No nos sentimos afectados por esta ola criminal que amenaza con elevar el número de víctimas? Bien podríamos cruzarnos de brazos y dejar todo en manos de las autoridades y seguir indiferentes.
En primer lugar, debemos asumir que lo que ocurre en Ciudad Juárez atenta directamente contra la ley de Dios y por lo tanto nos afecta.
Existe la idea de que muchas de las mujeres asesinadas llevaban una vida desordenada en cuanto a sus diversiones y costumbres, aun así, esto no justificaría que sus vidas hayan tenido un fin tan dramático; es más, un importante número de víctimas eran estudiantes, jovencitas cuya vida giraba en torno a sus hogares y a sus escuelas, varias de ellas han sido encontradas con el uniforme escolar puesto todavía. Es por eso necesario tomar conciencia sin prejuicios y actuar. No dejemos de lado que se trata (sin contar que por lo menos que hay por lo menos 500 desaparecidas), de más de 300 mujeres presas del maltrato y la vejación hasta perder la vida; se trata de 300 familias cuya vida jamás será igual, 300 mujeres de las cuales alguna pudo haber sido cristiana, y por ende hija de Dios y hermana nuestra.
Una primera línea de acción que podemos emplear como cristianos, es la oración. La Biblia dice en Proverbios 15:29, que el Señor oye la oración de los justos.
Reflexionemos qué lugar ocupaban las mujeres en la vida de Jesús y encontraremos la importancia que El les daba. La investigadora Marga Muñiz Aguilar, en su libro "Femenino Plural", señala que: "...en ninguno de sus hechos, ni de sus sermones, ni en sus parábolas encontramos nada denigratorio sobre las mujeres", y agrega que Jesús "...siempre reaccionó contra todas las desigualdades de que eran víctimas..." y expone el caso de la mujer adúltera en Juan 8:1-11.
Jesús se hizo acompañar de mujeres a lo largo de su ministerio, y tanto ellas al igual que los varones fueron instruidas por el Maestro.
A través de la Biblia, Dios nos dice cómo deben ser nuestras relaciones familiares y su importancia. El nos dice que somos la sal de la tierra (Mt 5:13) y que además tenemos la comisión de parte de nuestro Señor Jesús de predicar el evangelio a toda criatura (Mr 16:15). Esta puede ser otra forma de participar activamente, a través de predicar la Palabra de Dios.
Ezequiel 3:18 dice: "Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano". Definitivamente, los cristianos una responsabilidad social mayor de lo que pensamos, tenemos que actuar en consecuencia tanto acerca de lo que Dios nos pide, como para ser de ayuda para nuestros semejantes.
Es inquietante la pregunta formulada por el reconocido escritor e investigador Tim LaHaye, apelando a esa necesidad de responsabilidad social del cristiano, que hace en su libro "Asedio de la Mente": "¿Se puede imaginar lo que será para el cristiano que se desplomó en el sofá, y nunca se emocionó en vivir la emocionante vida cristiana?"
LaHaye expone cuáles pueden ser las consecuencias que pueden acarrear nuestra falta de interés en las esferas socioeconómicas y políticas de nuestros países: "No nos engañemos. Si rehusamos a involucrarnos en la batalla por la mente y el corazón, nos exponemos a perderlo todo nuestras familias, nuestras iglesias, nuestro país, nuestra civilización".
UNA EXHORTACIÓN
No permanezcamos inertes, hemos comentado ya nuestro papel y nuestro llamado como cristianos a persistir en la oración y a no ver como ajeno un problema cuyas repercusiones podrían incluso llegar al seno de nuestros hogares, haciendo víctimas a nuestras esposas o hijas. Hombres y mujeres, pastores y laicos, todos debemos actuar en consecuencia, pidámosle a Dios en oración, la sabiduría para nuestras autoridades, para que puedan obrar con justicia y castigar a los culpables.
Oremos también por que quienes han participado en estos crímenes, busquen el arrepentimiento, enderecen su senda y se vuelvan hacia el Señor. Intercedamos en oración para que aquellas familias que han perdido un ser querido, encuentren la calma y el alivio a la aflicción de sus corazones. No perdamos de vista que debemos esforzarnos por llevar el evangelio a quienes no lo conocen, pues sólo en Jesucristo, se encuentra la verdadera respuesta; digamos "no" a la indiferencia y asumamos con madurez nuestro papel como hijos de Dios.
Una idea o sugerencia puede ser, iniciar en los tiempos de reunión de oración momentos de reflexión e intercesión sobre este caso específico. En los grupos de jóvenes hablar claramente de los peligros que se corren al integrarse a grupos y prácticas riesgosas. En las reuniones de mujeres, reflexionar sobre el tema de la violencia doméstica y ofrecer apoyo físico y espiritual a quienes la sufran. En las reuniones de varones, interceder por la seguridad de la mujer en todo el mundo, éste sería un modo poderosísimo de protección para las mujeres.
Hay muchas formas de tomar parte para la solución de este conflicto. Debemos tomar la iniciativa, de nosotros depende que estos conflictos tengan una pronta solución, pero se necesita decisión, convicción y entusiasmo. Pedirle a Dios que su Reino venga y se haga Su voluntad será un buen inicio. Es tiempo de levantarse, y veremos la maravillosa respuesta divina a nuestras peticiones.
¡Iglesia, despierta!
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