Brevísimo Diccionario Marín de la Docena
Por Héctor Marín Segura
Por Héctor Marín Segura
N
nacer de nuevo. No sin sorna o algún dejo de burla, algunas personas que no conocen el evangelio se refieren al nacer de nuevo como una reverenda tomada de pelo por no decir algo peor. ¿A qué nos referimos los cristianos evangélicos cuando hablamos de nacer de nuevo? En el Evangelio de San Juan, en el capítulo 3 versículos del 3 al 5, encontramos a un hombre llamado Nicodemo dirigiéndose a Jesús y reconociendo en él a un maestro enviado por Dios. Nicodemo parecía querer saber más sobre la doctrina que predicaba Jesús y recibió del Señor por respuesta una enigmática y desconcertante frase: que para ver el reino de Dios, hay que nacer de nuevo. Nicodemo, fariseo él, debió pensar que Jesús le hablaba en clave o que definitivamente se burlaba de él. Como hombre centrado en la vida material y proveniente de un grupo judaico (los fariseos) en el que la idea de salvación consiste en hacer buenas obras (al respecto hay una tradición talmúdica que señala que las buenas obras que realizamos se convierten en ángeles y esto nos sirve para hacer méritos ante Dios), Nicodemo no puede entender eso de nacer de nuevo y él piensa que Jesús tal vez se refiere a que debe estar nuevamente en el seno materno, lo cual es absurdo. ¿A qué se refería Jesús entonces? La enseñanza que Jesús nos da es que no basta con ser un conocedor de la Palabra de Dios para poder ir al cielo (Nicodemo era un erudito al respecto); no basta con estar bautizado; no basta con pertenecer a alguna de las sociedades o ministerios de nuestra iglesia; no basta saberse los himnos o cantos de memoria y bien entonados; no basta, repito, no basta con nacer en una familia cristiana; no basta con asistir a la iglesia domingo a domingo, sino que, lo verdaderamente importante es poner en práctica lo que la Biblia nos enseña y buscar que en nuestra forma de ser se opere un cambio que nos regenere y nos transforme en personas distintas de las que éramos antes de conocer el evangelio. No se trata de un cambio mágico e inmediato, al igual que en el nacimiento físico, el nacimiento o la regeneración espiritual conlleva un crecimiento paulatino que nos lleva a convertirnos en personas distintas de las que éramos. Esto, por supuesto no es fácil. Satanás busca por todos los medios ponernos obstáculos que impidan ese cambio y es ahí donde debemos tener una disciplina férrea respecto a la vida que queremos tener, y sobre todo, no soltarnos de la mano de Cristo, aferrarnos a ella y estar dispuestos a eliminar aquellos gustos, prácticas o manías que afectan nuestra relación con Dios.
natalicio. La noticia del nacimiento de un bebé es casi siempre una buena noticia. Digo "casi siempre", porque en nuestros tiempos y aun en tiempos anteriores se da la ocasión del nacimiento de niños no deseados o no planificados. Sin embargo, viéndolo desde el punto de vista positivo, el natalicio de un pequeñito es sin duda una bendición de Dios para los padres y la oportunidad y la responsabilidad de encaminar a un nuevo ser en este difícil camino que llamamos vida. Cuando un bebé nace la casa adquiere un aroma distinto y hasta los colores de las cosas se ven diferentes. Las texturas de las sabanitas y cobijas en las que envolvemos a nuestros pequeños son tan suaves como la piel de éstos y nos empezamos a familiarizar con música y figuras infantiles. Aunque los años pasan y los niños dejan de ser unos bebés, no dejamos de recordar con cariño el día que nacieron y la satisfacción tan grande que tenemos quienes hemos sido bendecidos con un hijo.
Navidad. Aunque la Navidad se ha vuelto cada vez más una fecha del calendario comercial, no hay que olvidar que la Navidad es la fecha en que se conmemora el nacimiento del Salvador de la humanidad, quien tendría que ofrendar su vida para la redención de nuestros pecados. Reconozco que los primeros años de mi vida, la Navidad significó esperar la llegada de Santa Claus y con él los deseados juguetes que satisfarían mi necesidad de sentir que era una Navidad plena y completa. Esto se acrecentaba pues año con año íbamos a casa de mis tíos y abajo del árbol había siempre regalos para todos, de manera que regresábamos a casa cargados de cualquier cantidad de juguetes, ropa, dulces, libros y demás regalos como pocas veces he visto. Algo adicional era poder compartir con mis primos una rica cena donde el bacalao nunca faltó y después nos disponíamos mi hermano y yo a jugar un partido de futbol contra mis primos. Cuando vivía el abuelo de ellos (es decir, mi tío abuelo) todos, chicos y grandes éramos llamados por el general, quien nos daba un pequeño sobre que contenía un billete de alguna denominación nada despreciable. Pese a que se podría pensar que eran unas navidades muy "materialistas", lo cierto es que las disfrutaba muchísimo y la alegría desaparecía al otro día al tenernos que levantar muy temprano para disponernos a salir de viaje rumbo al estado de Veracruz con miras a pasar el año nuevo con mi familia materna. Eso hacía que no pudiera disfrutar de mis recién adquiridos juguetes, pero en cambio podía ver a mi queridísimo primo Julio y jugar con él. Con el paso del tiempo me he encontrado con muchas y diversas formas de celebrar la Navidad y muchas van desde el hipócrita abrazo que se da por compromiso en la oficina, hasta expresiones en las que no falta quien hace alarde de lo que gasta en regalos y chucherías. A estas alturas, he comprendido el daño que el verdadero sentido de la Navidad ha sufrido a manos de gente que ve en ella la oportunidad de ensanchar sus arcas a costa del sublime regalo que Dios hizo a la humanidad. Aceptemos que el mundo actual, la gente en general está mayoritariamente ajena a esta dichosa dádiva y se desvive por la cena, los regalos y los adornos y Jesús, la piedra angular del festejo en cuestión, pasa a un segundo término, o de plano ni siquiera es tomado en cuenta, lo que me lleva a pensar que no importa la cena ni nada de esas cosas que a final de cuentas resultan superfluas, sino hacer énfasis, al menos ese día, en el nacimiento del Redentor del mundo.
necesidad. Para algunas personas es difícil aceptarlo, pero todos tenemos necesidades. Para unos son mayores, para otros menores, pero siempre nos hace falta algo. Quizá se deba al estilo de vida que llevamos donde mientras más se tiene mejor es nuestra posición ante los demás. Sin duda a todos nos gusta tener más, a todos nos gusta saber que tenemos la oportunidad de mejorar y lograr más de lo que ya tenemos. La necesidad, como afirmaba renglones arriba, varía de un individuo a otro, y hay quienes tienen necesidades esenciales pues no saben si van a comer o no el día de hoy. Cuando existen ese tipo de necesidades, las personas se sumen en un mar de confusión, desesperación y llegan a extremos no deseados con tal de conseguir aquello que necesitan. De ahí, podemos partir para comprender el por qué de muchos de los males que nos aquejan como sociedad como son la prostitución, el narcotráfico, el contrabando, el alcoholismo, la drogadicción y las razones por las cuales su erradicación es tan difícil. Por supuesto que esto no quiere decir que vamos a justificar que quienes tienen alguna necesidad imperiosa se vean muchas veces en este tipo de problemáticas, pero todo parte en especial del vacío espiritual que vive nuestra sociedad contemporánea. La falta de fe y de esperanza trae consigo la destrucción de los valores más elementales del ser humano hasta llevarlo a los límites más bajos a los que puede llegar un ser humano. Todos vivimos pensando, en diferentes momentos de nuestra vida, que necesitamos, para ser felices, satisfacer nuestras necesidades alimentarias, económicas, lúdicas y demás, y pocas veces tomamos en cuenta que lo que realmente necesitamos es tener a Dios de nuestro lado. Primero, claro, tendríamos que orar por tener fe y luego establecer contacto con el Señor para que, por medio de su gracia, podamos enfrentar las batallas cotidianas que incluyen la satisfacción de nuestras necesidades materiales, creyendo firmemente en Dios y aferrándonos a Él, todo lo demás -es su promesa- viene por añadidura.
Neverland. Sin duda la muerte del cantante y bailarín Michael Jackson ha sido una de las noticias que ha sacudido al mundo especialmente por lo sorpresivo que fue para todos la desaparición del Rey del pop. Algunos ya lo sabían y otros apenas se enteraron a raíz de su muerte, que Jacko, como también se le conocía, fue un niño con una infancia frustrada por un padre abusivo y desconsiderado que vio en Michael y sus hermanos una forma de hacerse millonario a costa del trabajo excesivo al que se vieron expuestos. Michael fue un niño que fue creciendo sin vivir como tal, no salía a jugar con sus vecinos, no gozaba de sus juguetes y lo único que sabía era que al ensayo de hoy, seguía la presentación de mañana y así sucesivamente. Cuando creció, Jacko quiso recuperar su infancia construyendo dentro de su propia casa -un terreno adquirido con su propio dinero- un enorme parque de diversiones estilo Six Flags para su uso personal. Neverland, pues, vendría a significar un reflejo de la megalomanía de un hombre con dinero, pero a la vez un monumento a una infancia traumática y llena de penurias. Mucha gente lleva un Neverland en su alma, y eso le lleva a realizar cosas que no tienen coherencia o una aparente razón de ser. Si esas personas tuvieran la oportunidad de realizarlo, ¿cuántos Neverland habría en el mundo?
niñez. "Infancia es destino", suelen decir los entendidos en materia de pedagogía y quizá tienen razón. Los niños, como futuro de la humanidad son la esperanza de un mejor planeta si los educamos de adecuadamente y les damos mejores herramientas para su desarrollo. Hay padres que sin embargo, no ven o no quieren ver esa realidad y dejan a sus hijos en las manos de "Papá Gobierno" en lo que respecta a su educación, sin hacer el mínimo esfuerzo para logar o conseguir mejores cosas para sus hijos. Otros, les llenan la cabeza a los pequeños con estúpidas ideas clasistas que en poco o en nada ayudan a que sus hijos tengan una sana convivencia con las demás personas. Lo malo de la niñez es que se va pronto y la inocencia con ésta. Los juegos, la candidez y la transparencia van desapareciendo y la persona adquiere nuevos hábitos y costumbres que pueden ser a veces malos o a veces buenos. Lo importante es no dejar de hacer nuestra tarea como padres de familia y hacer lo posible por formar buenos creyentes, buenos hijos y buenos ciudadanos.
no. La palabra "no", es difícil de aceptar. Son sólo dos letras y a veces en eso se nos va la vida. ¿Qué tal cuando nosotros la pronunciamos? El "no" puede ser un instrumento de poder y también de alejamiento. Lo importante del no, es emplearlo cuando sea necesario y hacerlo con firmeza; que nuestro sí sea sí y nuestro no sea no.
nombre. Cuando nace un pequeñín el nombre que llevará puede convertirse en motivo de acalorados debates y hasta amargas discusiones. Lo mejor al respecto, es tratar de llegar a un acuerdo y sobre todo, que sean los padres quienes escojan el nombre que sus vástagos habrán de llevar, ya que luego intervienen incluso personas que nada tienen que ver y se inmiscuyen en el tema. Entre algunas familias cristianas, por ejemplo, está extendido el uso de nombres de personajes de la Biblia, aunque para ello en ocasiones llegan a extremos ridículos como abrir la Biblia, y de inmediato señalar con el dedo equis versículo para tomar de ahí el nombre que llevará el bebé, de manera que no falta en alguna de estas familias quien se llame Baal, Faraón o Goliath. Si bien son nombres que aparecen en la Biblia, se trata de personajes que de ninguna manera adoraban a Dios. Hay quienes al estilo de las abuelas católicas que se regían para esos menesteres según el santoral, nombran a sus hijos según corresponda al santo del día en que nacieron, de manera eran comunes nombres considerados poco bonitos como Restituta, Pánfilo, Lamberto o Hildegarda. No faltaba también la familia que sin saber ni siquiera el significado del nombre que estaban imponiendo, que caía en el ridículo absoluto, por ejemplo, cuando el niño o niña nacía un 20 de Noviembre y le llamaban como aparecía en el calendario "Aniv. de la Rev."., que no es otra cosa que el aniversario de la Revolución Mexicana. Los nombres también obedecen a modas que se van dando con el paso de los años. Según Pilar Ortega, de la revista Círculo Mixup, al menos en México, las familias dejaron de emplear los nombres según el calendario y comenzaron a "rescatar" los nombres prehispánicos como Cuitláhuac, Xóchitl, Tizoc o Cuauhtémoc, entre muchos otros. Posteriormente, relata Ortega, llegaron después los tiempos modernistas y con ellos los nombres con diminutivos anglófonos como Patricia (Paty), Gabriela (Gaby), Eduardo (Edy) y así por el estilo. Ortega consigna que después aparecieron los nombres compuestos como Poberto Raúl, David Andrés, Carlos Antonio y así por el estilo. Llegados a los tiempos de la globalización, aparecieron en tierras aztecas los nombres rusos y escandinavos como Tatiana, Iván, Erik, Natasha, Sasha, y Olga; luego los nombres en inglés: Jonathan, Elizabeth, Jessica, Jennifer, Jacqueline, etc. Señala Pilar Ortega que luego entró una nueva oleada reivindicadora de nuestras raíces coloniales y comenzarona aperecer los Imanoles, Rodrigos, Jimenas, Jordis, Ikers y Sofías. Ya entrados en el nuevo milenio, Pilar Ortega comenta que los nombres tienen como denominador común el exotismo y "los niños se llaman ahora Deyanira, Nayeli, Mara, Soraya, Amir, Alan, Patricio, Huitzilihitl". Es todavía común la práctica de los nombres compuestos, pero éstos pueden ser completamente exóticos o bien mixtos, es decir, resultan de combinar dos nombres en lenguas distintas como podría ser Carolina Lady, Brian Emmanuel, Jordi Miguel, Xóchitl Karla, Irving Cuauhtémoc y mil combinaciones a cual más de cacofónica y kitsch, aunque hay que decir también que cada familia tiene la libertad y esto hay que respetarlo, de ponerle a sus hijos el nombre que les venga en gana, pero no estaría mal que antes de hacerlo tomaran en cuenta el contexto en el que se desenvuelven, la forma correcta de escribirlos, ya que al menos un nombre con diferentes grafías como por ejemplo Aideé, Aidé, Haydé, Ahideé, Aydhé y demás, lo que puede causar confusión ya sea en su pronunciación o por la como se escribe, lo cual puede incluso ocasionar para ese niño en el futuro una serie de problemas de índole legal, especialmente a la hora de tramitar algún documento importante. Creo también que hay que tratar que haya armonía con los apellidos, ya que no es lo mismo un Karlheinz Müller, que un Karlheinz Gutiérrez, o un Cuitláhuac Rogers, que más suena a nombre de personaje de historieta que al nombre de una persona, que es algo que debe imponer seriedad ante los demás pues es la forma en que el resto de la sociedad nos conocerá y nos llamará. Pensar que un nombre mejorará el destino de una persona es algo completamente erróneo, hay quienes creen que el futuro de un Brian o de un Kevin o de una Janette será mejor que el de un Pablo, un Felipe o una María, sin embargo no es el nombre el que los va a colocar en una mejor situación social, sino lo que ellos con su propio esfuerzo lleguen a lograr, en dado caso, al menos en países como México no es el nombre el que abre más las posibilidades de sobresalir en lo laboral o en los negocios, sino el apellido, y ahí sí pesa más alguien apellidado Servitje, que un Gutiérrez o un Pérez, pero eso ya es otro tema.
nostalgia. Esta nostalgia nos remite a cierta melancolía por los tiempos ya idos. De ahí la frase popular que dice "todo tiempo pasado fue mejor". ¿Realmente será a sí? En lo personal no lo creo del todo. Efectivamente, hay cosas a lo largo de la vida que uno valora y que al tiempo de ya no contar con ellas, se siente cierta añoranza pero no por eso nos vamos a quedar encasillados en tiempos y personas que ya no se pueden recuperar o que forman parte de un pasado sin retorno. La nostalgia no es mala, por supuesto, los buenos recuerdos cuando vienen a la mente nos alegran si no el día por lo menos el momento y aunque son fragmentos irrecuperables de nuestra existencia forman parte de nuestra historia y de quienes somos. Mientras que individuos enajenados y de cuestionable capacidad mental como Vicente Fox, ex Presidente de México, dicen que "la nostalgia no produce", otros, como el periodista Jorge Saldaña (que por cierto tuvo un programa televisivo con el nombre de "Nostalgia"), lamentan tales opiniones pues piensan que en la actualidad le otorgamos valor "sólo a lo que puede convertirse en dinero".En cierta medida tiene razón, pues como hemos apuntado en diferentes artículos y en temas de este mismo diccionario, vivimos en una sociedad orientada hacia el éxito basado en posesiones materiales o posiciones de poder. Es curioso, por ejemplo, el fenómeno de la "ostalgia", que tiene lugar en las regiones de lo que alguna vez fue Alemania del Este (ost, en alemán), donde gente que vivió la brutalidad del régimen germano oriental de pronto pareciera querer regresar el tiempo y volver a la época anterior a la caída del Muro de Berlín. Visto desde lejos, podríamos pensar que tal nostalgia es sólo un indicio de estupidez, de falta de memoria histórico ante lo que fue un Gobierno represivo y corrupto, pero podríamos también ponernos a pensar que quizás esos ostálgicos formaron parte del enorme e inútil aparato burocrático de la Alemania del Este o quizá son parte de los miles de afectados por el cambio de una forma de vida a otra de manera abrupta. Pero esto son sólo especulaciones a miles de kilómetros de las tierras germanas. Lo cierto es que la nostalgia sí puede representar la oportunidad de hacer negocio y prueba de ello es la moda retro, que se da lo mismo entre los equipos de futbol que utilizan playeras que empleaban hace 20 o 30 años o las estaciones de radio que surgen por doquier para dar gusto y traer recuerdos a cuarentones y cincuentones en edad, precisamente, de consumir cuantos productos se anuncian en dichas estaciones. Una nostalgia bien entendida o asimilada, es pasajera. Puede ser un sentimiento momentáneo donde se extraña algún buen momento o algún buen amigo, pero cuando la nostalgia es recurrente entonces el individuo tendría que replantearse el momento que está viviendo aquí y ahora, pues vivir en el pasado, eso sí que no produce.
novato. Jugar el papel de novato es uno de los retos que nos toca desempeñar en algún momento de nuestra vida. Lo somos cuando vamos por primera vez a la escuela o cuando entramos a un trabajo que desconocemos y de cada una de esas situaciones tenemos que ir aprendiendo poco a poco, a veces sobre la marcha, hasta poder adquirir la experiencia necesaria. El novato va perdiendo el miedo y la constancia, el estudio, la disciplina y el esfuerzo, así como la práctica, lo irán convirtiendo en un experto. Por ello es importante que el novato tenga paciencia para aprender, humildad para aprender a escuchar una orden o quizá un llamado de atención, pues muchas veces las cosas no son en la práctica iguales a como nos fueron planteadas en nuestras escuelas o como nos dijeron nuestros padres que eran las cosas.
nuevo. Puede ser nuevo un objeto que adquirimos o una persona que llega por vez primera a un lugar. Cuando se trata de objetos, lo novedoso suele ser interesante, atractivo, cuando se trata de personas el nuevo a veces, sin saberlo, puede ser un enemigo en potencia, un competidor o un obstáculo en el camino. Lo nuevo resulta en ocasiones algo desconocido y por esa razón hay quienes prefieren ir descubriéndolo poco a poco para después poder formarse una opinión. Nuevo o no nuevo, cada persona tiene un valor y no es bueno juzgar a la ligera a nada ni a nadie.
nunca. Parecido al "no", "nunca" trae la connotación de algo que no ocurrirá, de lo que no tendrá lugar. Hay que tener cuidado con el "nunca", pues hay quienes suelen hacer juramentos y prometer que nunca harán esto o lo otro, y llega el momento en que quebrantan sus propios dichos. Un ejemplo sobre esta fragilidad de las promesas humanas y el uso de la palabra "nunca", nos sirve para ejemplificar lo descrito renglones atrás y lo encontramos en la Biblia en Mateo 26:30-35: "30 Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. 31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas. 32 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. 33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. 34 Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo." Como vemos, Pedro empleó la palabra "nunca", y el resto de esa historia es de todos conocido. Cuidado cuando digamos "nunca".
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