El Día del Amor
Por Héctor Marín Segura
Por Héctor Marín Segura
Hola nuevamente, queridos lectores. Agradecemos sinceramente su correspondencia a revistaespejo@iglesiatriunfante.com para cualquier duda, propuesta, aclaración o sugerencia que tengan con respecto a los temas que aquí tratamos.
En esta ocasión queremos hablar de la fecha que se celebrará mañana en diversos rincones del planeta: el llamado día del amor y la amistad.
Como atinadamente comenta El Predicador en el artículo que aparece publicado también en esta edición, esta celebración sienta sus raíces en una ancestral fiesta pagana conocida como Lupercalia.
La postura de algunos grupos cristianos respecto de no celebrar este día debido a su origen pagano está completamente justificada y es digna de todo respeto. Es por eso que recomendamos a nuestros lectores se detengan a leer el artículo titulado "Lupercalia o San Valentín".
Sin embargo, creemos que en honor a la verdad no podemos circunscribirnos totalmente a la condenación de determinadas actividades por sus orígenes paganos. Es como si por ejemplo, no pudiéramos hacer nada los días lunes por estar dedicados a la luna, o los martes por tratarse del día del dios Marte, y así por el estilo.
Si bien nuestra cultura es en gran parte de origen judeocristiana, no podemos dejar de lado, lo queramos o no, nuestra herencia grecolatina, que en conjunto son lo que conocemos en la actualidad como "cultura occidental". Esto no quiere decir que por esas raíces debamos celebrar a Cibeles, a Baco o a Selene; no quiere decir tampoco que en una suerte de sincretismo justifiquemos prácticas contrarias a lo que las Sagradas Escrituras dicen, como es por ejemplo, la obscena adoración -veneración, dicen ellos-, que los católicos hacen de las imágenes de los santos.
No, nada de eso.
Creemos más bien que si consideramos a la amistad como un valor que debe enaltecernos como personas, debemos fomentarla en nuestras congregaciones. La Palabra de Dios nos habla, por ejemplo, de David y Jonatán (1 Samuel 18), y de su gran amistad.
¡Cuánta falta hace en nuestras iglesias fomentar la amistad!
¿No sería hermoso, saber que la persona que está sentada a nuestro lado en la iglesia, además de nuestro hermano es nuestro amigo?
Debemos regresar al auténtico ambiente de hermandad que reinaba en la iglesia primitiva, la Biblia, en el libro de Hechos 2:46-47, dice lo siguiente de cómo era el trato entre os creyentes en los tiempos del apóstol Pablo: "46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos".
Podemos pensar que la vida actual, las prisas, la tensión o estrés, el ajetreo y el cansancio cotidiano no dan oportunidad para que podamos entablar un diálogo encaminado hacia la amistad con una persona a la que sólo vemos en los cultos de la iglesia los domingos, pero si queremos, podemos lograrlo.
ACTIVIDADES
Por eso, no resulta ni incongruente ni tampoco está de más que en las iglesias se promuevan actividades que permitan a los congregantes tener un contacto más estrecho.
Precisamente, la semana pasada, en la iglesia donde nos reunimos hubo un pequeño convivio para los niños de la iglesia enfocado dentro de los festejos del día de la amistad, que consistió en una pequeña obra de teatro guiñol, juegos, realización de dibujos, así como el entonar algunas canciones. Pero no se trataba nada más de que los niños de la iglesia estuvieran presentes, sino que se les animó a llevar amiguitos de la escuela, compañeritos de clase, especialmente si no habían oído hablar de Cristo, para, de esta forma, llevarles el mensaje de salvación de manera que sus mentes infantiles, pero sobre todo sus corazones pudieran captarlo sin la serie de limitaciones que solemos autoimponernos los adultos.
Los niños asistentes se divirtieron y al mismo tiempo tuvieron la oportunidad de saber que Jesús es el Señor y el Salvador. Eso en cuanto a los niños.
Los jóvenes también podrían tener algún convivio en el que pudieran hacer algún concurso de canto, quizá ir a la casa de alguno de ellos y ver alguna película con contenido edificante, comer algo y dar gracias a Dios por estar con sus amigos, o quizá se pudiera organizar un juego de básquetbol, volibol, futbol o incluso ir al boliche y pasar un rato agradable.
Para los grandes quizá pudiera hacerse una reunión con café y galletas en algún lugar reservado en la iglesia para esas actividades o bien hacerlo en casa de alguien y podría platicarse de temas diversos o hablar del testimonio personal de cada quien... En fin, las posibilidades son verdaderamente amplias, pero aunque no sea día de la amistad, hay que tratar de acercarnos a los demás. A veces es difícil el principio, pero después va todo creciendo poco a poco. Entre hermanos no tenemos por qué ser extraños, no tenemos razón para ser recelosos y es por ello que en medida de lo posible, tratemos de sumar nuevos amigos, amigos que edifiquen, que inspiren, que nos motiven a seguir adelante en el camino del Señor y con quienes podamos abrirnos de manera sincera, espontánea, sin los prejuicios, convencionalismos e hipocresías que el mundo ofrece, que son finitos, efímeros e insípidos.
Si crees que estas propuestas te son útiles, adelante, anímate, quizá tú pienses algo mejor todavía o algo que puedas adaptar a las necesidades de tu iglesia o congregación. Si eres de la idea de que pensar en algo por el día de la amistad es de tropiezo en tu relación con el Señor, de ningún modo hemos querido perturbarte, y por el contrario, respetamos y entendemos tu postura de todo corazón. Que el Señor nos bendiga a todos.
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