La Amistad
Por Héctor Marín Segura
- Jesucristo es nuestro amigo:
De esto prueba nos mostró,
Pues para llevar consigo
Al culpable, se humanó.
El castigo de su pueblo
En su muerte él sufrió;
Cristo es un amigo eterno;
¡Sólo en él confío yo!
Estrofa del himno:
"¡Oh, qué amigo nos es Cristo!"
Sin duda alguna Cristo es el amigo ideal, el amigo que todo mundo quisiera tener y que sin embargo sigue siendo despreciado por mucha gente que no ha querido contar con su incomparable amistad.
Para quienes lo conocemos, Cristo es el amigo que nos habla de manera suave, pero que no vacila en emplear la firmeza cuando no hacemos algo bien. Quienes hemos obtenido de El la salvación, valoramos su sacrificio y buscamos parecernos cada vez más a El, aunque una y otra vez fallamos. Sin embargo, es tan amoroso, que pese a nuestras fallas, extiende su mano para darnos una nueva oportunidad.
Cierto, ¿quién como Cristo? Ninguno.
Interactuamos, sin embargo, en una sociedad compleja, una sociedad en la que la convivencia se hace día con día más difícil. El prójimo no es más que un extraño del que debemos cuidarnos. Nos volvemos desconfiados, recelosos, dudamos de las intenciones que puede tener alguien para con nosotros y aquí pensamos entonces en el futuro de las relaciones humanas... ¿Hacia dónde ha ido la amistad?
LA AMISTAD DEL MUNDO
El cristiano es diferente del mundo que le rodea, es una nueva criatura que goza los beneficios de la redención gracias a Jesucristo. El cristiano ha renunciado a la vida de placeres mundanos y debe recorrer con sus limitaciones, el camino de la santidad.
La carta del apóstol Santiago, capítulo 4 versículo 4, dice: "4¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios".
La sentencia es tajante y es clara. Si queremos ser de Dios, debemos dejar de lado cualquier estorbo que impida nuestra edificación y nuestro crecimiento espiritual; debemos evitar a toda costa toda actividad que nos sea de tropiezo en nuestra relación con el Señor. A esto se refiere el apóstol.
Esto, sin embargo, no quiere decir que no podamos interactuar con la gente del mundo, convivir e incluso tener una buena relación con no creyentes.
Seguramente, querido lector, has vivido la experiencia de asistir a la iglesia y, al terminar el culto y despedirte de tu compañero de banca, caer en la cuenta de que te sentaste junto a un desconocido, alguien a quien llamas "hermano", pero de cuyo nombre no te acuerdas, o ni siquiera te ha interesado enterarte.
Sin duda, sostener amistad con gente que comparta nuestra fe, fortalece nuestra comunión con Dios, pues formamos parte de su Iglesia y establecemos relaciones sólidas que son gratas para El: "1¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!"
Este sería el deseo para cualquier iglesia o congregación, lograr la unidad y el amor fraterno entre los congregantes, pero no es el común denominador.
Por eso, hablando de los no creyentes, no sé si te ha sucedido que a veces logras mayor entendimiento con gente no creyente. A veces encuentras más cosas en común con estas personas y no por ellos estás pecando. Hay que distinguir laamistad del mundo, de la amistad de la gente del mundo. La amistad del mundo se refiere a todo aquello que la sociedad en su conjunto nos ofrece: Diversión, distracción, superficialidad, desinterés por las cosas de Dios, vicios y otras cosas que pueden ser negativas. Hay que definir ahora, que la gente del mundo no siempre está inmersa en el pecado, conozco gente que no cree en Cristo, que lleva una vida intachable, que no es irresponsable, que es ordenada y que respeta a los demás y cumple con todos los ordenamientos para una sana convivencia. Claro, les falta Cristo y eso no es poco, ahí es donde podemos influir para lograr que conozcan lo que el Señor les tiene reservado.
Como cristianos, tal parece que muchas veces nos hemos hecho a la idea de no tener contacto con no cristianos por temor a "contaminarnos", cuando debiéramos acercarnos realmente a esas personas. Obviamente, tenemos que saber con quién estamos tratando. Si sabemos que la vida de esa persona está llena de vicio, depravación y maldad, por supuesto que no buscaremos su amistad, pero sí el acercamiento para compartir el mensaje de salvación. Hay que entender que el hecho de que una persona no sea cristiana no la convierte en mala per se o en un ser despreciable. Hay en cambio, historias de supuestos "cristianos" que ejercen "ministerios" que esconden engaños, corrupción y hasta adulterios. Debemos cuidarnos de no condenar a quienes no creen en Cristo, ya que entre ellos hay gente valiosa que probablemente sea elegida por el Señor.
LO QUE NO ES LA AMISTAD
En ocasiones llegamos a confundir los rituales sociales con la amistad: jueves, boliche; viernes, dominó; sábado, con los amigos al cine; domingo, iglesia. En cada una de esas actividades asumimos papeles en los que suponemos o pretendemos ser amigos por el simple hecho de compartir una afición, un gusto o una creencia. Esa no es amistad, sino simple afinidad.
La amistad va más allá. Busca derribar por completo las barreras para que el otro nos conozca como somos, lo que pensamos, es una forma de dejar que el otro vea con completa libertad nuestro interior, nuestros anhelos, nuestras expectativas, nuestras frustraciones y nuestros sueños. Pero no sólo eso, sino que hallamos correspondencia y la relación se vuelve una dinámica en la que podemos explorar las facetas que nadie conoce de una persona y descubrir y redescubrir en alguien toda la riqueza que puede haber en un ser humano. Al hacer esto, estamos mostrándole a esa persona lo valioso que es para nosotros, si es una persona cristiana, esto es bueno, si no lo es, esto deja a nuestra disposición la posibilidad de hablarle con toda franqueza que da la cercanía, para mostrarle lo que Dios quiere para él o para ella.
NO NOS CONFUNDAMOS
Pero no hay que confundirse. Recuerdo que en el libro "Los Convidados de Agosto", de la escritora mexicana Rosario Castellanos, hay un cuento llamado "Las amistades efímeras", en el que la autora plantea la relación de dos amigas que realmente no lo eran, mientras una se entregaba a la amistad, para la otra no era sino una relación como la que se puede tener con cualquier persona, en la que todo es superficial.
A veces por el trabajo, la escuela, los tratos comerciales o la afinidad de edades, ponen en nuestro camino a personas con las que empezamos a convivir y a descubrir cosas en común. Y ya andamos para arriba y para abajo con esas personas, les platicamos cosas, ellos nos platican también otras a nosotros, y pensamos que estamos viviendo una amistad. Pero al momento de cambiar de trabajo, escuela, club o hasta iglesia, nunca volvemos a saber de ellos. En muchas ocasiones descubrimos la realidad de la situación cuando mientras esa gente necesita de nosotros, nos frecuenta, nos visita. Pero apenas cambia su situación, nunca les volvemos a ver ni el polvo... Y quizás eso sea mejor.
Por eso, hay que identificar bien a quién llamamos amigo.
¿QUIEN ES EL AMIGO?
El amigo está dispuesto a escucharnos, a exponer su punto de vista ante nuestros planteamientos e incluso a criticar nuestra forma de proceder.
Para esto último, el amigo actúa con tacto, con respeto. Puede decirnos si considera que cometemos un error, pero no nos forzará o nos obligará a desistir de nuestra autonomía. El amigo está dispuesto a consolarnos y acompañarnos en momentos de angustia, de tensión y dolor. Busca la forma de evitar nuestro sufrimiento, es honesto y es sincero.
Un amigo sabe que cuenta con el privilegio de nuestra confianza, por eso, se cuida de no divulgar los pasajes oscuros que conoce de nuestra vida, se los reserva y respeta nuestra intimidad.
Es respetuoso de nuestro tiempo, se cuida de no interrumpir nuestras actividades y esperar a que llegue el momento para bromear, para platicar y por qué no, para desahogarse con nosotros, de aquello que lo aqueja y lo hace sentir la necesidad de nuestro apoyo y comprensión.
LIMITES DE LA AMISTAD
Los límites se rompen cuando alguno de los puntos mencionados se rompe, porque surge entonces la desconfianza y el sentimiento de traición. Por eso dice la Palabra de Dios en Proverbios 18:24:
"24 El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo", portarse de otra forma, es ser un hipócrita, un descastado, cuidémonos de no caer en esto, y si lo hemos hecho, estemos conscientes de no volverlo a hacer, porque la confianza y el respeto son algo muy difícil de recuperar, y cuando se han perdido, la amistad pierde su verdadero sentido y se convierte en una relación de inseguridad en la que sólo nos estamos cuidando de no darle al otro elementos con los cuales atacarnos.
La amistad genuina puede presentar una gama muy variada de actividades que compartir, como es el estudio de la Palabra de Dios, pasar la tarde viendo un juego de futbol, ir al cine o comentar alguna lectura. Entendamos también que el valor de la amistad no está en sacar provecho de una persona en el sentido material. Francesco Alberoni en su libro "La Amistad", critica a Dale Carnegie, autor del best seller "Cómo Ganar Amigos" cuando dice: "... no se puede conquistar a los verdaderos amigos. ¿Es amigo aquel que, si aplicamos las reglas de Carnegie, no me dice la verdad, me sonríe siempre, me da siempre la razón y halaga cualquier modo mi vanidad? ¿Puedo considerar amigo a quien, para cumplir sus fines, se comporta respecto de mí como un hipócrita, falso y adulador? Ni en sueños, Su forma de actuar es todo lo contrario de la amistad verdadera". ¡Duro y a la cabeza!
Esto ocurre especialmente cuando pretendemos crear "amistades" con el fin de encontrar apoyo cuando necesitemos trabajo o una recomendación, pero de ningún modo es amistad. Por supuesto que no lo es.
PARA TERMINAR
Conserva y cuida a tus amigos, no los descuides, es cierto que a veces las ocupaciones de la vida cotidiana nos alejan de aquellos seres a quienes estimamos, pero no es pretexto para dejarlos a la deriva, demostrémosles nuestro interés. Hay quienes creen que para que alguien sea nuestro amigo debe provenir de nuestro mismo entorno, pero la verdad es que no es así, hay amistades cuyo entorno geográfico, económico y social no tiene nada que ver y sin embargo tienen un fuerte lazo de afecto.
Si tienes amigos cercanos y tienes la oportunidad de frecuentarlos, disfrútalos y alienta esa amistad, aprende a aquilatar a tus amigos. Ora por ellos y procura tenerles reservada siempre una palabra de afecto, de aliento y cordialidad.
Te dejo también este texto bíblico de Juan 15:14: "14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando". No olvides sin embargo, buscar la amistad de Jesús. Tenlo en tu mente, no te arrepentirás.
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