¿Se puede una copita?
Por Héctor Marín Segura
Por Héctor Marín Segura
Semanas atrás, mientras publicamos los anteriores artículos sobre el alcohol, y el alcoholismo y sus efectos negativos, realizamos en el portal de ERE una pequeña encuesta que dice Tomar una copa... ¿Sí o no?
Los resultados fueron:
Sí 33.33% (42)
No 24.60% (31)
Es pecado 17.46% (22)
Con moderación 23.02% (29)
No lo sé 1.59% (2)
Si juntamos las que dicen Sí, con las que responden que con moderación, tendremos un total de 71.
Quienes respondieron que no, son 31, si las juntamos con las que respondieron que es pecado, que son 22, tendremos un total de 53.
Los números querrían decir, si lo queremos ver así, que hay apertura hacia la ingesta de alcohol entre los lectores de ERE en su mayoría.
Pero lejos de querer interpretarlo de esa manera, lo que podemos observar de acuerdo a este resultado, es que no hay un punto de acuerdo que sea visible entre quienes contestaron que sí se puede beber una copa y entre quienes no comparten ese punto de vista.
Contextualizando la encuesta y las respuestas, cabe señalar que EREes un medio de comunicación con enfoque cristiano.
Lo anterior, no quiere decir necesariamente que quienes respondieron sean o se asuma como tales, sin embargo, y esto sería a priori, tomando en cuenta el carácter de nuestro medio, podemos asumir que quienes ingresan a nuestro portal son gente, digámoslo así, familiarizada con el cristianismo evangélico.
Si esto es así, las respuestas, como dijimos, no nos acercan hacia un punto de confluencia, sino que podemos hablar de un 56.02% a favor y un 42.06% e contra.
La diferencia es de poco más de 10 puntos, lo que nos habla de un margen no demasiado grande de diferencia.
Ahora bien, si la gente que contestó está "familiarizada" con el cristianismo o es cristiana, ¿por qué no hay un punto de acuerdo al respecto?
Antes de llegar a ese punto, quiero advertir a los lectores que ni ERE, ni quien esto escribe, pretende invitar, justificar o inducir a persona alguna en plenitud o no de sus facultades, a ingerir alcohol sea poco o en demasía.
Asimismo, quitamos toda responsabilidad al portal www.iglesiatriunfante.com de cualquier interpretación que se pudiera hacer de parte de algún lector o lectores sobre si lo que aquí se ha escrito les parece ofensivo, poco edificante o fuera de lugar.
Quiero puntualizar que lo que se va a analizar, tiene un fundamento bíblico y a la vez en la investigación documental así como hechos reales de cualquier manera, y como siempre o hacemos, los lectores están invitados a hacernos llegar sus comentarios a revistaespejo@iglesiatriunfante.com , a revistaespejonet@gmail.com o a columnaespejo@iglesiatriunfante.com .
Habida cuenta de que no buscamos convencer a nadie, sino externar un punto de vista que puede o no ser aceptado, comenzamos nuestro análisis.
EN LA BIBLIA SE CONDENA LA BORRACHERA
En los artículos pasados citamos el texto bíblico que se encuentra en 1 Corintos 6:9 y 10, que en la Biblia Peshitta se lee: "9O no saben ustedes que los inicuos no heredarán el reino de Dios? No se engañen: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los depravados, ni que se echan con varones, 10 ni los avaros, ni los ladrones, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios".
La Biblia señala que a los borrachos, y ya vimos anteriormente que los borrachos son quienes beben cantidades inmoderadas de bebidas embriagantes. Si consideramos lo anterior, la Biblia no habla de quienes beben alguna bebida alcohólica, auque sea ocasionalmente, sino de los borrachos que también pueden ser gente que bebe ocasionalmente, pero cada vez que lo hace se embriaga.
Consideremos pues el pasaje de 1 Timoteo 5:23 que dice: "23Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades".
Lo que queremos acentuar es que si el vino embriaga y los que creen en Cristo no pueden beberlo, cómo es que el apóstol Pablo le recomienda a Timoteo beber vino.
Aquí cabe pues considerar que no hay ninguna prohibición explícita en la Biblia de consumir vino o alguna otra bebida alcohólica. Lo que dice claramente la Biblia es que Dios condena la borrachera.
ABSTEMIOS
A lo largo de mi vida he tratado con mucha gente abstemia. Un primo mío, por ejemplo, no acostumbra beber por el simple hecho de que el sabor del licor en la boca le deja un mal sabor. Alguna vez ha llegado a tomar una cerveza y ni siquiera se la ha terminado. No sabe lo que es una borrachera y puede prescindir sin problema alguno de cualquier bebida embriagante.
Los casos de Esteban y Mario y Agustín son muy parecidos entre sí. Los padres de ambos eran lo que se puede calificar como borrachos constantes.
En el caso del papá de Esteban, acostumbraba beber los fines de semana sin excepción y acostumbraba acabarse una botella completa de anís y seguir después la borrachera con sus amigos.
Era muy común ver a Esteban buscando a su padre en las cantinas de su colonia para saber dónde estaba.
El alcoholismo paterno trajo como consecuencia un hogar destruido, en el que la madre buscó refugio en los brazos de otro hombre y la separación matrimonial que terminó por desmoronar la familia.
Ante tal cadena de adversidades, Esteban concluyó que el alcohol era un elemento nefasto en su vida y terminó por detestarlo no por su sabor o su precio, sino por lo que vio que le ocasionó a su familia.
Mario y Agustín son hermanos y conocían a su propio padre con el apodo de "El Pulques", debido a su afición exacerbada por esta bebdida mexicana.
El padre de Mario y Agustín se levantaba no muy tarde, no muy temprano, pero con una sola cosa en mente: Iniciar el día con un trago de esta bebida.
Las hermanas de Mario y Agustín solían turnarse para, a temprana hora, ir a la pulquería y comprar el acostumbrado litro que solía ingerir su padre.
Mario, Agustín y sus demás hermanos, habían llevado una niñez poco más que desdichada. Su padre trabajaba en empleos mal pagados y los muchachos con trabajos habían podido estudiar algo. De hecho eran los "mandaderitos" del vecindario y siempre andaban mal vestidos y desaliñados.
La madre de los chicos lavaba y planchaba ajeno y llevaba una relación poco grata con el esposo. Mario y Agustín crecieron y aprendieron a través del ejemplo paterno que la vida de un borracho es bastante inútil y lo suficientemente problemática como para traer miseria a un hogar.
Mario casi vomitaba al oler el licor. Agustín, sin embargo, conforme creció, pese a que era abstemio, comenzó a probar diferentes bebidas y sucumbió ante ellas. Si bien no era un borracho de la talla de su padre, no podía controlarse cuando comenzaba a beber. A la primera copa seguía la segunda y las que faltaran. No era capaz de parar y sin control, terminaba completamente borracho.
Estos casos, considero que son muy especiales, porque te trata de gente abstemia tras ver los efectos del alcohol en la conducta y vida en general de sus respectivos padres.
¿DE VERDAD ES TAN MALO?
Al inicio hablábamos de la recomendación del apóstol Pablo a Timoteo acerca de beber vino en lugar de agua. De aquí que nos preguntemos si una bebida que consideramos tan perniciosa pueda traer un efecto contrario positivo a nuestro organismo.
De acuerdo con la Wikipedia, "el efecto sobre la salud del consumo moderado y a veces no tan moderado de bebidas alcohólicas, es generalmente beneficioso y a veces muy beneficioso".
Agrega esta enciclopedia en línea que "investigaciones llevadas a cabo desde 1926 han demostrado que beber con moderación está asociado con una mayor longevidad que la abstinencia o el abuso del alcohol".
"La investigación médica demostró que el alcohol aumenta el HDL ("colesterol bueno" o benigno), reduce la trombosis ("coagulación de la sangre"), reduce el fibrinogen ("un coagulador de la sangre" o globulina), aumenta la fibrinólisis ("que disuelve el coágulo" o ayuda a que la coagulación sea más lenta y placentera), reduce el espasmo arterial del estrés, aumenta el flujo de sangre coronaria (o ayuda a la circulación de sangre en el corazón) y aumenta la sensibilidad emocional como la de la insulina, todo ello bueno para la salud del corazón."
Ojo, en ningún momento se ha señalado dosis excesivas ni nada por el estilo, sino que se ha mencionado solamente la ingesta moderada de estas bebidas.
Es curioso que muchas iglesias, pastores y ministerios evangélicos hagan ver a sus feligreses que el alcohol es poco menos que un intoxicante diabólico, un bebedizo maligno que trae consigo (como si de veras a sí fuera) todos los males y perversiones humanas y no humanas, algo peor que la caja de Pandora, que debiera ser erradicado del planeta.
Por ejemplo, he llegado a escuchar a algunos evangelistas que comentan que en el antiguo Israel no se conocía el vino y que por lo tanto, si nosotros retomamos la herencia judaica del cristianismo, debemos alejarnos del vino, porque lo que ahora conocemos como vino es un invento reciente que ha traído solamente tristeza a os hogares.
Pues bien, Fred H.Wight, en "Usos y Costumbres de las Tierras Bíblicas" plantea que entre los productos que se elaboraban con uva en los tiempos bíblicos, estaban las propias uvas que se comían con pan, las pasas, el jarabe de uva y vino.
No sólo eso. Algo que echa por tierra cualquier especulación sobre el tema respecto al judaísmo, sus preceptos religiosos y su relación con el vino, se encuentra en el Shul’han Aruj, que es una recopilación de las leyes prácticas según la tradición sefaradí. Por ejemplo, en lo relativo a Shabat, una de las celebraciones más importantes y sagradas de los judíos, en la parte concerniente a Havdalá, es decir, la parte final de la celebración de Shabat, señala lo siguiente: "si no dispone de vino, puede decir Havdalá sobre otra bebida corriente en el país donde se encuentra, como cerveza, aguardiente, licor, pero no sobre el agua".
Notemos que las bebidas a las que hace referencia el Shul’han Aruj son bebidas alcohólicas. No menciona jugo de uva y no permite agua como elemento del ritual. ¿Convierte a los judíos esto en alcohólicos, en pecadores o en algo similar?
De ninguna manera. Y al contrario, esto tiene una explicación muy certera.
Otro pilar de la literatura judía, pero éste escrito por Maimónides, el Sefer Hamitzvot, habla del precepto positivo de tener alegría en os festivales de peregrinación (simjat regalim). Al respecto, Maimónides dice: "Dentro de lo que Él dijo (Deut. 16:14): Y te regocijarás en tu festividad se incluye además lo que (los Sabios) también dijeron: "Alégrate con toda clase de alegría'. De ello: Comer carne en las festividades, beber vino, vestir ropas nuevas, repartir frutas y golosinas a los niños y las mujeres, y la algarabía con instrumentos musicales y baile únicamente en el Santuario -y esa es 'Simjat Beit Hashoevá'-. Todo esto está comprendido en lo que Él dijo: y 'te regocijarás en tu festividad’."
"El (modo de alegría) más severo de todos ellos es la obligación de beber precisamente vino, pues éste es específico para la alegría."
"En la expresión de la Guemará (Talmud, Tratado de) Pesajím": 'El hombre debe alegrar a sus hijos y a los moradores de su casa en el Festival de Peregrinación. ¿Con qué los alegra? Con vino'. Y allí dijeron: 'Estudiamos" (-en una Baraita): Rabí Iehudá ben Beteira dice: cuando el Santuario está en pie, la alegría es sólo con carne, pues fue dicho: Y sacrificarás 'Shlamim', lo comerás allí, y te alegrarás. Ahora, no hay alegría más que con vino pues fue dicho (Salmo 104:15): Y el vino alegrará el corazón del hombre."
"Dijeron además: 'Los hombres (se alegran) con lo que les es adecuado; las mujeres {se alegran) con lo que les es adecuado'".(... )
Nota, querido lector, cómo, en primer lugar, la cultura judía tiene una cultura religiosa relacionada con el vino, y no se invita a abusar del mismo.
Habrá quien piense que el vino puede proporcionar alegría sólo cuando se está borracho, lo cual es una idea completamente equivocada. Una copa, regularmente, no emborracha a nadie, tomemos en cuenta, además, que en este caso particular, nos estamos refiriendo a vinos elaborados bajo medidas de tipo kosher, que son regularmente bebidas que no pasan de 15 grados de alcohol, casi siempre fluctúan entre os 11 y los 12 grados, por lo que se trata de vinos muy ligeros, de un color casi rosado, más que rojo, y con sabor muy suave al paladar, sin embargo, al contener alcohol, pueden llegar a emborrachar.
Ahora bien, aunque este artículo se está alargando bastante, no quisiera dejar de lado otro aspecto no menos importante y es el propiamente bíblico, ya que acabamos de hablar de preceptos y conceptos judaicos.
Como cristianos, nuestras normas se encuentran en la Biblia. ¿Qué dice el Libro de libros al respecto?
Quiero traer aquí un argumento expuesto por John W. Haley y Santiago Escuain que aparece en el Diccionario de Dificultades y Aparentes Contradicciones Bíblicas:
BEBIDAS FUERTES
Su empleo, recomendado
"Y emplearás el dinero en todo lo que desees: vacas, ovejas, vino, sidra, o en cualquier cosa que tú desees". (Dt. 14:26).
"Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres?" (Jue. 9:13).
"El vino que alegra el corazón del hombre". (Sal. 104:15).
"Dad licor fuerte al desfallecido, y el vino a los de amargado ánimo. Beban, y olvídense de su necesidad, y de su miseria no se acuerden más". (Pr. 31:6, 7).
"Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades." (1 Ti. 5:23).
Desalentado
"El vino es petulante; el licor, alborotador; y cualquiera que por ellos yerra no es sabio". (Pr. 20:1).
"¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas sin razón? ¿Para quién los ojos turbios? Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando las mezclas. No mires el vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor." (Pr. 23:29-32).
"Fornicación, vino y mosto quitan el juicio". (Os. 4:11).
"Ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios". (1 Co. 6:10).
Es evidente que a lodo lo largo de las Escrituras se condena el abuso del vino y bebidas similares, la embriaguez, la intemperancia, como se condena también la gula, pero no los alimentos. Evidentemente, la embriaguez es socialmente más escandalosa que la gula, y asimismo más dañina para la persona que cae en ella. Pero se debe tener presente que el empleo sobrio y medido del vino como parte integrante de la alimentación ha sido y es una constante de la historia bíblica.
El intento de algunos autores de mantener la postura de que allí donde el vino o alguna otra bebida similar es mencionado con aprobación se refiere a vino no fermentado o al fruto está condenado al fracaso. Precisamente, el término empleado por Oseas (Os. 4:11) en su condena del abuso del mosto es Tirosh, que exegetas extremistas que condenan el uso del vino pretenden que significa ‘fruto sólido’ (cf. también Pr. 3:10; Is. 62:8; Jl. 1:10).
Para un examen más detenido de esta cuestión, consultar Vila-Escuain Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado, "vino", páginas 1209-1212.
Caemos nuevamente en que no se condena el vino ni beberlo, sino abusar de él, beberlo en exceso y emborracharse. Y no insisto porque crea que todo mundo deba beber ni mucho menos alcoholizarse, sino simplemente para demostrar que no hay un motivo suficiente para condenar la ingestión de estas bebidas entre los cristianos.
¡SORPRESA!
Es sorprendente, de todas maneras, que aun la gente que no consume alcohol, lo tenga en su organismo, tal y como lo señala también la Wikipedia: "Sin embargo, es inevitable que las personas consuman alcohol, incluso los abstemios y los alcohólicos hasta los niños y ancianos. Esto es debido a que muchas de las bacterias del intestino usan la fermentación del alcohol como una forma de respiración. Este método metabólico produce alcohol como un desecho, de la misma manera que nuestro metabolismo produce dióxido de carbono, monóxido de carbono y agua o H2O. Por tanto, siempre consumimos una cantidad de alcohol significativa, producida por estas simpáticas bacterias benignas. De hecho, si comemos suficientes carbohidratos (un poco de pan o un plato de fideos, por ejemplo), el nivel de alcohol en el intestino y sangre puede alcanzar el equivalente a unos 2 vasos de vino o cerveza (dependiendo del metabolismo de cada individuo y de la presposición psicológica, como también del nivel de pulcritud y sus antecedentes genéticos); de los cuales una cantidad sería absorbida por las paredes intestinales y por tanto circularía por el flujo sanguíneo".
De cualquier manera, no vemos gente que por este hecho ande bamboleándose diciendo incoherencias o alterando el orden público. Lo interesante es que nos demos cuenta que el licor no es tan malo como dicen, y recalcamos una vez más, siempre y cuando se ingiera con medida. De ahí podemos entender por qué el apóstol Pablo hizo tal recomendación.
La cuestión es entender a quién se puede llamar "bebedor moderado". Aranda, Benavides y Lira, en su tesis "Investigación de la Escala de Alcoholismo en el Inventario Multifásico de la Personalidad M.M.P.I.", señalan que "son bebedores moderados aquellos que ingieren bebidas alcohólicas, regular o irregularmente, sin que existan a través del desarrollo de su costumbre síntomas de ebriedad o solamente episodios muy esporádicos y excepcionales(...)".
O sea, se trata de gente que puede beber alguna cantidad de alcohol sin llegar a emborracharse y, cuando esto llega a pasar, se trata de situaciones completamente eventuales.
EL ABSTEMIO EN SOCIEDAD
En la mayoría de las sociedades el abstemio no es bien visto. Pese a que su ejemplo debiera presentar en un momento determinado la admiración y el reconocimiento de los demás, esto no es así. En el texto que acabamos de mencionar, las autoras refieren lo siguiente: "Las respuestas obtenidas en su mayoría se refieren a la felicidad hogareña, la estabilidad o progreso en el trabajo y la mayor aceptación social; sin embargo hubo quienes contestaron que la abstinencia les había originado pérdida de amistades y aun problemas familiares".
Aquí quiero narrar mi experiencia personal, no sin antes aclarar que no me considero abstemio, pero considero que tengo control sobre mi manera de beber.
En algunas ocasiones, estando con amigos (o a quienes consideraba que lo eran), llegamos a encontrarnos bebiendo en alguna fiesta o reunión social. Por lo regular nunca me han gustado las populares "cubas" de gran consumo y aceptación en México, así que casi siempre he preferido beber cerveza, vino o algún otro tipo de licor. No en una, sino en varias ocasiones, en algún momento e que consideré que ya no era propicio seguir bebiendo, dejé de hacerlo de tajo, lo que invariablemente me trajo como consecuencia el reclamo de las personas con las que estaba "conviviendo", lo que a la larga se convirtió en el veto y la exclusión de este tipo de personas, que acostumbraban beber hasta acabar dormidos, o llorando o fuertemente excitados por la bebida.
Es curioso, pero muchas oportunidades que he tenido de hacer algún negocio, algún trato laboral, fomentar alguna amistad o cosas parecidas, no las he realizado por el hecho de no estar dispuesto a beber inmoderadamente. Al contrario, eso me ha traído la discriminación y hasta el repudio o la burla de esas personas, cosa que me tiene completamente sin cuidado.
Quiero sin embargo recalcar, que esto no se ha debido a no querer beber sino a querer hacerlo moderadamente.
Y es que el alcohol ha servido de pretexto para diversas actividades de la esfera humana que van desde situaciones de simple convivencia hasta la formalización de tratos de suma importancia, seguramente habrás oído que los abogados y los ingenieros suelen hacer sus negocios en las cantinas, y aun cuando no son todos, hay muchos que acostumbran hacerlo así.
¿Qué hacer si se es cristiano ante las influencias que el mundo trae consigo? El Manual Ministerial para Ancianos, de Louis M. Tamminga, hace una observación pertinente sobre el tema: "Nuestras congregaciones se ven profundamente afectadas por la sociedad moderna. Por cierto, nadie puede entender en su totalidad la dinámica de lo que es estar en el mundo pero no ser del mundo(... )".
A veces nos la pasamos condenado, alertando cosas que en sentido estricto no son lo peligrosas que parecen, pero esto depende primordialmente de la madurez cristiana del individuo y de su sentido de dominio propio.
Por poner un ejemplo, y esto, recalco, desde mi punto de vista, que puede ser muy distinto del de otros, hay quienes condenan el alcohol y cualquier bebida con estas características, pero no se ponen a pensar por ejemplo, en el contexto en el que se bebe.
Como reportero, y también como académico universitario, he estado presente en numerosas presentaciones de libros, revistas y otro tipo de publicaciones así como premiaciones o reconocimientos a miembros destacados de la comunidad universitaria. Por regla general, al final de estos actos, suele ofrecerse a los asistentes algún tipo bocadillos acompañados casi invariablemente de vino blanco. Seguramente aquellos que condenan el beber productos con contenido alcohol se escandalizarían al ver a los meseros con sus charolas sosteniendo copas con discretas porciones de vino. No dudarían en calificar aquello como una bacanal, cuando, en la práctica, y esto no de ahora, sino a todo lo largo de mi experiencia profesional nunca he visto a una sola persona borracha e actos de esta naturaleza. Antes bien, quienes se animan a acompañar sus bocadillos con vino, lo hacen de manera racional y, sin alargar su estancia, suelen retirarse sin mayor problema.
Cabe además destacar, que nunca, en ninguno de esos actos, como en muchos otros, no se obliga a nadie ni a consumir alcohol ni mucho menos a emborracharse.
Sin embargo, habrá cristianos que, formados en un ambiente doctrinal de prohibición y condena, pudieran sentirse culpables por el simple hecho de estar en actos como los que he referido, y prefiriesen no participar de ello.
Bueno, en ese sentido, creo que la solución es muy simple, si de plano el sentido de culpabilidad es tan insoportable, lo mejor será retirarse apenas terminado el acto. No considero que sea lo mejor, pero si alguien piensa que estar en un lugar donde se está consumiendo vino así sea en cantidades muy limitadas, puede dar pie a cometer algún acto bochornoso o pecar, lo mejor será que no esté más ahí y piense a qué tipo de lugares puede y a cuáles no ir.
NO TE CONTAMINES
Aquí quiero traer a colación la historia de Daniel, de quien se nos habla en la Biblia en el capítulo 1 del libro del mismo nombre. Ahí se nos relata cómo Nabucodonosor, rey de Babilonia, pretendía "babilonizar" a Daniel y a sus amigos. Para ello, en primera instancia, les cambió el nombre, y mandó que fueran instruidos de acuerdo a la cultura babilónica.
No sólo eso, el rey dispuso que, de su comida, una porción fuera destinada para alimentar a aquellos jóvenes. Nosotros conocemos a través de la Biblia, que las normas dietéticas de los judíos son muy estrictas y, seguramente, los alimentos que el rey había encargado se les diera a los muchachos, no eran aceptables para Daniel y sus amigos.
Notemos pues, que Daniel decidió no comer de esa comida, él no quería entrar en conflicto alguno con sus convicciones, pues era un varón de Dios que no deseaba desobedecer al Altísimo.
Daniel no sólo fue fiel a no consumir algo que no era del agrado del Señor, no sólo fue fiel a guardar una simple dieta, sino que tuvo carácter y determinación para mantener firmes sus convicciones, sus creencias, su cultura y sus hábitos. Parece simple, pero es lo que hay detrás de la simple decisión denegarse a comer esos alimentos.
¿Qué evitó Daniel? Contaminarse. ¿Hubo presiones? ¡Claro que las hubo! O tú, querido lector, ¿no te sentirías presionado si el presidente de tu país te invitara a comer de su comida? ¡Por supuesto! Negarse sería una ofensa, pero Daniel tuvo además valentía para tomar esa decisión.
Los jóvenes bebieron solamente legumbres y agua y Dios hizo el resto por ellos.
No, no me refiero a que a partir de ahora te vas a tomar un té de manzanilla y una zanahoria cada que vayas a una reunión o fiesta. Lo que quiero es que llegues al entendimiento de que, si definitivamente piensas que el alcohol no es para ti y te va a traer problemas de conciencia o de salud, rehúsate a beberlo. No te dejes presionar por tus amigos o las personas con las que estés, quizá se burlen, quizá se rían y te digan barbajanada y media, pero no les hagas caso, sé firme y haz respetar tu decisión.
Nunca respondas a sus retos porque lo más seguro es que saldrás perdiendo, beber no es una competencia, en todo caso, sería un gusto, que no tendría por qué causar disgusto alguno si se hace con moderación.
¿Y EL TESTIMONIO?
Hay quienes se preocupan en demasía por dar un buen testimonio cristiano en sociedad, y se esmeran por cumplir una serie de actos que quieren hacer notar ante os demás. Claro, no queremos que nadie diga que somos unos borrachos, unos viciosos o unos ladrones. Pero, preguntémonos, ¿no beber me va a hacer un mejor cristiano?
Podemos preguntarnos también si beber nos va a hacer mejores.
La respuesta para amos casos es un "NO" rotundo.
Los mormones no beben una gota de alcohol y viven bajo una serie de doctrinas tergiversadas completamente contrarias a lo que dice la Palabra de Dios. Los adventistas del séptimo día creen más las supuestas revelaciones de Elena G de White que al mismo Jesucristo y no beben tampoco una gota de alcohol. La Ciencia Cristiana, lo mismo, están más metidos en la doctrina de la señora Mary Baker Eddy que en la doctrina cristiana y hacen a un lado el licor.
Gente como Hitler no bebía una sola copa pero en cambio era un individuo lleno de odio y resentimiento hacia la sociedad en su conjunto.
¿Entonces?
¿Hay que beber?
Bueno, eso es opcional, cada quien tiene la capacidad de decidir si lo hace o no.
Por ejemplo, trasladémonos a la Alemania de 1525, a la casa de una pareja de cristianos llamados Martín y Catarina, de apellido Lutero y adentrémonos en sus actividades, según se describe en el libro "Catarina Lutero Monja Liberada", de Alicia E. Walter:
"La gran habilidad de Catarina también produjo un plan para convertir cierto espacio en una fábrica de cerveza que añadiría a la autosuficiencia de la residencia. En aquella época casi no se podía obtener té, café o chocolate en las aldeas de Alemania, así que la cerveza y el vino eran las bebidas populares. Para proveer la mesa con carne, Catarina estableció una cría de animales, que incluía cerdos, gallinas, patos, gansos y palomas. A Martín le gustaba especialmente la carne de cerdo, y expresaba su apreciación por los esfuerzos que Catarina hacía para proveer la carne, llamándola "Mi Señora Catarina, Patrona de la Pocilga"".
Habrá quien se escandalice y cerrando los puños grite: ¿cristianos cerveceros?
La respuesta es sí, señores, así es, al menos eso dice esta historia.
Aún más, leamos un poco de una carta que Martín le envió a Catarina en alguna ocasión. Esta carta puede leerse completa en el sitio reformadores.com:
"Gracia y paz en el Señor. Querida Kethe: Hoy salimos de Halle a eso de las ocho, pero no hemos podido llegar a Eisleben, y hemos tenido que regresar a Halle una hora después. Es que nos ha salido al paso una enorme anabaptista, cargada de trombas de agua y témpanos de hielo, que nos amenazó con rebautizarnos y ha inundado la región entera. No hemos podido volver a Bitterfeld a causa del Mulda y tuvimos que quedarnos en Halle, prisioneros entre dos aguas y sin ganas de volver. En revancha bebemos buena cerveza de Torgau y generoso vino del Rhin, para consolarnos y animarnos mientras esperamos que el Saale se decida a desenfadarse en el día de hoy".(... )
Y muchas buenas conciencias se escandalizarán aún más al leer que un cristiano bebía cerveza y vino para consolarse y animarse.
No nos detengamos y veamos ahora un fragmento de otra carta de 1546 escrita por Martín Lutero a Catarina donde le dice: "Bebo cerveza de Naumburg, que sabe casi tan bien como la por ti elogiada de Mansfeld. Me gusta mucho y me hace orinar cada tres horas por la mañana".
¡El colmo!, ¡aberración! Un "cristiano" que bebe vino y cerveza para animarse y consolarse y que además le cuenta historias prosaicas a su esposa como las veces que va a orinar después de beber.
Bueno, ante esto, quiero comentar que nunca he creído que Martín Lutero haya sido un hombre perfecto, como no lo fue ninguno de los reformadores del siglo XVI y como no lo eres tú, querido lector, ni el pastor de tu iglesia o congregación, y obvio, como mucho menos lo es quien esto escribe.
Sin embargo, si tomamos en cuenta lo realizado por Lutero a lo largo de su vida, notaremos que no era un borracho, no predicaba ebrio, y en cambio sí fue uno de los más grandes luchadores de la historia del cristianismo que enfrentó incluso directamente al poder papal.
Su obra ha trascendido a lo largo de los siglos no por su afición a la cerveza o al licor, sino por su entereza al defender el auténtico evangelio.
De tal manera que, si por sus frutos lo conoceremos, creo que Lutero es un hombre que puede catalogarse como un cristiano convencido, un hombre recto fue usado por Dios como un instrumento para llevar la verdad a otros. No fue perfecto, sin duda debió haber cometido errores, pero lo que prevalece es su figura como un cristiano ejemplar.
Quizá para efectos de este artículo, pudiéramos decir que Lutero aprendió se bebía el vino, pero el vino no se lo bebió a él.
¿A ESCONDIDAS?
Ahora bien, suponiendo que el alcohol no sea algo que nos provoque problemas, no debemos tampoco exhibirnos y lucirnos ante los demás miembros de la iglesia. Probablemente en nuestra casa, podamos degustar una copa de vino o una cerveza, pero debemos estar bien conscientes de que debemos moderarnos.
Ahora bien, supongamos que me invitan a una fiesta de hermanos de la iglesia, donde regularmente se come algún guisado y se consumen refrescos. No voy a cometer el error e incluso la falta de cortesía y de consideración, de llevar mi botella, "al fin y al cabo yo me sé controlar".
Y esto no porque seamos santurrones o "espantados", sino por mera muestra de civilidad y hermandad cristiana.
Por otra parte, imaginemos que nosotros somos los anfitriones y en nuestra casa solemos beber una copa.
Aquí debemos tomar en cuenta a cuántas personas vamos a recibir en nuestra casa y el grado de confianza que tengamos con ellas. Consideremos si ofrecerles una copa pudiera ser motivo de inquietud para ellos. No olvidemos que como anfitriones, debemos esmerarnos en hacer que los demás se sientan a gusto. Creo que si van a asistir hermanos de nuestra entera confianza, con quienes tengamos un mayor trato, no habría problema en ofrecerles una copa, si es que sabemos que ellos no tienen tampoco problema alguno respecto a la bebida. Aun así, pudiera ser que en ese momento les invitáramos una cerveza o una copa de vino y no la aceptaran, lo mejor entonces sería que nosotros también nos abstuviéramos con nuestro invitado.
Con esto no quiero decir que vivamos una vida doble o que actuemos según mejor nos convenga. Tampoco que entonces nos escondamos en algún rincón de nuestra casa a beber una copa, no vaya a ser que se apareciera de repente un hermano de la congregación o el pastor y nos tachara de beodos. Tampoco se trata de ir a un restaurante y simular que bebemos un refresco cuando se trata de una cerveza, no es ningún asunto que deba avergonzarnos ni hacernos sentir culpables, repito, siempre y cuando no incitemos a un tercero con nuestra actitud.
Finalmente, la decisión es tuya y aquí hemos puesto a tu consideración un punto de vista que pocas veces se aborda en el ámbito desde la perspectiva de que el abuso y no el uso, es lo que está permitido para los cristianos, en lo que a bebidas alcohólicas se refiere.
Para cualquier comentario u opinión, estamos a tus órdenes.
Que Dios te bendiga.
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